sábado, 13 de octubre de 2012

Telebasura. ¿Merece la pena el morbo?


Nadie puede contradecir que los niveles emocionales del subconsciente son altamente importantes. Gracias a ellos juzgamos, aprendemos, nos entretenemos… pero yo los consideraría un arma de doble filo, pues no juegan siempre a nuestro favor.

Sintonizamos un canal televisivo basándonos en lo que nos dicta ese ya citado subconsciente emocional. Los colores, el nivel de ruido, la música e incluso la iluminación de lo que la pantalla nos está reflectando entran por nuestras retinas y llegan hasta nuestro cerebro, que es el que se encarga de que soltemos el mando o sigamos practicando zapping. Ahora es cuándo, si esto es así, no puedo concebir que haya tantos cerebros interesados en el color, el ruido o la iluminación de un progama como “Sálvame” que sean incapaces de ir más allá de estos aspectos del subconsciente ni entren a juzgar qué tipo de basura televisiva están tragandose. Conflictos, desamores, gente que insulta a otra por dinero… ¿hasta dónde vamos a dejar que llegue nuestra paciencia emocional? ¿Merece la pena el morbo?

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En mi opinión, en España estamos viviendo una especie de crisis de inteligencia, a la que catalogo con este nombre tan concreto sin esperar ninguna represalia por parte de ofendidos, puesto que opino que por muy seguidores que podamos ser de una televisión rosa, determinada por la maldad de entretenernos en base a lo que moralmente pensamos de otros; nadie puede en el fondo negar que, de una manera u otra, ese periodismo nos está degradando. Y lo hace tanto a nivel de espectador, que en lugar de recibir información que nos ayude a acercarnos más al mundo, lo que nos hace es ser partícipes de cotilleos innecesarios; como a nivel moral, ya que atentan contra valores tan imprescindibles como la honestidad, la claridad de la información, la decencia, la tolerancia y la privacidad.

Y si bien esto es así, y la mayor parte de nosotros es consciente de ello, ¿cómo se explican los récords de audiencia masivos de la llamada telebasura? Quizá la respuesta sea tan simple como darle la vuelta a este último concepto, y, trágicamente, descubrir que estamos llamando telebasura a lo que no debería serlo, puesto que resulta claramente irónico catalogar de “basura” al tipo de televisión más demandada por todo el país. Manteniéndome personalmente detractor de darle audiencia a este formato de indecente morbo y famoseo, creo firmemente que la audiencia se ha vuelto totalmente cómoda y manipulable cuando no debería ser así. La gran plataforma de Telecinco nos pone cuatro horas diarias de Sálvame, cogemos el mando, y solo se nos ocurre pasamos a Antena3, en la cual nos mantienen durante años adictos a una serie que sin darnos cuenta se cuela en nuestra sesión de dos horas de anuncios publicitarios. Y así nos tienen, chupando del frasco mientras nos alimentamos del morbo que a cambio nos venden.

Seamos inteligentes. Lo que queremos ver cada uno es muy diverso. Existen los cinéfilos, seriéfilos e incluso adictos a los concursos de saberyganar, entre otro tipos de espectadores, que están dispuestos a ver cualquier otra cosa distinta a la que nos televisan. Y conseguirlo es tan fácil como no dejarse llevar por las tendencias audiovisuales de las grandes cadenas ni por los Trending Topics televisivos de Twitter.

El morbo de la pequeña pantalla nos está destrozando. La pluralidad de la televisión está en nuestras manos.

Álvaro Valadés.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Verdades.


Acostumbrados estamos ya a escuchar grandes frases que dicen pequeñas cosas. Las usamos a diario; muletillas, escapatorias orales. Creemos tener una soberbia verbal que forzosamente no tenemos, y por si eso fuera poco, encima juzgamos a quién miente simplemente por hacerlo. A esto se le añade además la educación que hemos recibido, que nos dicta que lo correcto es decir la verdad por encima de la mentira. Ser plenamente veraces… ¿Serlo siempre? ¿Realmente es eso lo correcto?

Personalmente me muestro en desacuerdo con dicha idea. Si se supone que la plena verdad al cien por cien es lo que más conviene en todo momento, yo me pregunto… decir verdades tales como “Qué gorda estás”, “Qué feos tienes los ojos” o “No intentes hacer tal cosa, que no la vas a conseguir”… ¿realmente ayuda? Si una verdad no va a cambiar una realidad, ¿por qué insistir en ella? ¿no es mejor olvidarla y darla como un hecho y no como algo que haya que recordar? Una frase como las mencionadas se usan para herir, pero la verdad es honesta… ¿es entonces necesario usar siempre la verdad? ¿o saber elegir cuáles son las verdades  correctas?

Por otro lado se encontraría la interpretación que defiende que una verdad, por cruel o dura que sea, no deja de mostrar la realidad tal como es, sin tabúes. Incluso hay quienes afirman que a una persona decir siempre la verdad la hace más noble. Yo personalmente vuelvo a discrepar. Con todo esto no quiero decir para nada que defienda la mentira, que nunca hace bien. Pero una cosa es no mentir, y otra no hacer otra cosa que decir la verdad. Como con todo en este mundo, en la verdad no existen un blanco y un negro que sean completamente opuestos… una verdad y una mentira sin más. Existen grises entre los cuales se encuentra la humildad, o el respeto, que en mi opinión, siempre deben estar por encima de cualquier verdad con carácter ofensivo que pueda cambiar su finalidad positiva al enorme defecto de la arrogancia.

Y es que, en el fondo, todos sabemos que hay verdades que son innecesarias.

¿Verdad o no?

Alvaro Valadés.