jueves, 20 de junio de 2013

Las vacaciones son para los ricos.



La crisis obliga a modificar los planes vacacionales de los españoles de clase media, mientras que la clase alta mantiene sus expectativas.

   Los ingresos hoteleros disminuyen un 11,0% en 2013 respecto a años anteriores.

     El famoso lema “Spain is different” parece haber dejado atrás su efectividad, puesto que en el presente año 2013 en pleno contexto de crisis y de incierto futuro laboral, las vacaciones son un privilegio cada vez más inaccesible para los españoles, además de un reclamo menos atractivo para los extranjeros. Es por ello que el sector turístico amenaza con dejar de ser el principal motor de la economía española para convertirse en un afectado más de las consecuencias de la crisis, la cual no afecta solo a los viajeros, sino también a los ingresos hoteleros y a sus empleados, así como a las agencias de viajes.
  
   Hace unos años, el turismo en España llegó a alcanzar cifras máximas de 55.700 millones de euros gracias a la llegada de 58 millones de visitantes, según datos del Ministerio de Turismo, Industria y Energía recogidos en 2011. No obstante, durante los últimos años, este sector privilegiado también ha comenzado a sufrir una recesión que está conllevando a un progresivo gasto del dinero conseguido. Respecto a estos datos, un estudio realizado por el INE (Instituto Nacional de Estadística) recoge que en lo que llevamos de 2013 ya se ha producido un 11% menos de ingresos en los hoteles más frecuentados de Madrid, Cataluña y Canarias, los tres destinos turísticos preferidos por los turistas extranjeros. De igual manera, publica las cifras de ocupación hotelera de los últimos meses de Semana Santa 2013, que registran que más de un 50% de las habitaciones quedaron desocupadas.

La alta clase no tolera un detrimento de la calidad del hotel en que se hospeda.

   “Nuestro hotel está catalogado como alta clase”, dice una fuente anónima del Hotel Emperador de la Gran Vía madrileña, “los sectores que tienen dinero siguen viajando exactamente igual que lo hacían antes, mientras que la clase media ahora se hospeda en tres estrellas o directamente no se desplaza a hoteles céntricos”. Los turistas extranjeros que vienen a nuestro país se decantan por hoteles más económicos y funcionales que por el lujo, ello se debe a que, con la crisis, se han visto obligados a reducir los precios de estancia por noche, así como los suplementos por temporada y servicio de comida.   “Antes, los turistas venían en los puentes, incluso gente española durante la Semana Santa, y ahora en lugar de alojarse la semana entera vienen dos días, o ni vienen. De modo que lo que más se ha notado en el Hotel Emperador es un reducimiento de estancia”, explica.
   Como consecuencia, esta reducción de precios influye negativamente sobre la visión que los turistas tienen del hotel de lujo en España, dado que su bajada de coste se relaciona con un detrimento de su calidad. “Bajar nuestros precios no es la solución” declara la misma fuente del Emperador, “ya que si bajas el precio de un hotel de lujo, también bajas su categoría, y eso el cliente lo percibe. Por tanto, la relación calidad-precio se ve afectada”.
   Javier Calle, jefe de recepción del Hotel cuatro estrellas Preciados, coincide con esta opinión afirmando que no se trata de un problema de precios, sino de calidad.
Aclara que el hotel va bien, tiene mejor ocupación que antiguamente y mejor tarifa, no ha sufrido una notoria disminución en el número de huéspedes y, por tanto, la crisis no ha sido un factor de riesgo para ellos.
“El turismo español ha descendido y casi todo lo que tenemos, en un 90, 95% son gente de fuera de España”, sostiene “Lo que ha cambiado es que se ha producido un aumento del turismo extranjero mientras que el español, en nuestro hotel, al tener la tarifa un poco más alta, ha desaparecido. Pero los buenos hoteles, los de lujo, van bien”.
   Sin embargo, los establecimientos hoteleros más económicos de la misma Gran Vía contrastan notablemente su percepción como hotel funcional frente a la de los de alta clase. En el Hotel Senator, de tres estrellas, nos atiende su jefe de recepción, quien afirma que con la crisis el hotel ha experimentado una reducción de personal y de ingresos por la reducción de turistas hospedados este año. Los trabajadores del sector reconocen que sus puestos de empleo se tambalean de un día a otro, y reconocen la problemática que acarrea perder dinero de aquello que más economía aporta al país: el turismo.
   De igual manera, una recién desempleada de un hotel que se reconoce como una persona de clase media y con una familia a la que alimentar, declara “Llevaba más de veinte años trabajando para una famosa cadena hotelera, siempre ha sido económicamente solvente, pero durante los últimos dos años ya se estaban produciendo despidos en la plantilla y ampliación de jornadas con salarios congelados. La situación está claramente peor de lo que se piensa”.
 
La clase media se quedará en tierra durante la crisis.
  
Los turistas españoles que salieron al extranjero el pasado año 2012 gastaron 11.906 millones de auros en sus viajes, una cifra un 4,15% menor respecto al año anterior, y este año será aún superior. Son datos reflejados en la balanza de pagos del Banco de España.
   “Probablemente nos veamos obligados a cambiar nuestras vacaciones este año por culpa de la crisis. Tendremos que tirar del pueblo de la familia, ya que no podemos invertir tanto dinero en vacaciones” argumenta una pareja de trabajadores de salario medio. “El que tiene dinero, tiene dinero” sostiene otra pareja de jubilados, “pero el que no trabaja se ve obligado a adaptarse. No podemos salir de hotel porque todos esos políticos sinvergüenzas son los que se llevan nuestro dinero, así que, a falta de visitar otros países, siempre nos quedará nuestro apartamento de Torrevieja”.


Álvaro Valadés.
  

jueves, 9 de mayo de 2013

La educación del pueblo no se vende, se defiende.



Bajo frases como esta comparecen en las calles hoy los estudiantes de la universidad pública de nuestro país quienes, afectados por las medidas de educación endurecidas por su ministro José Ignacio Wert, han convocado una huelga de estudiantes y profesores de la pública en detrimento de las subidas de precio de las matrículas universitarias, la supresión de becas, el propuesto plan de estudios “LOMCE” y los recortes realizados a profesores universitarios.

Se trata de la segunda huelga convocada este año en favor de la enseñanza pública y contra sus recortes presupuestarios, los cuales, según fuentes recogidas del diario El País, “se elevan a 6.700 millones desde 2010”.  El Ministerio de Educación asegura que, según los datos recopilados hasta ahora de las comunidades, no llega al 20%. No obstante, el Sindicato de Estudiantes señala que el 90% de los alumnos han secundado la no asistencia a las aulas esta mañana de miércoles nueve de Mayo. Es por ello, que  facultades de universidades públicas españolas, como la de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, han sido esta mañana participes de la ausencia tanto estudiantil como del profesorado.

El Gobierno trata el tema de los recortes desde una perspectiva económica, obviando erróneamente que detrás de toda decisión de reajuste económico existe –o así debiera existir- una perspectiva moral. Nuestros políticos pretenden barrer los males del presente sin tener en cuenta sus consecuencias sobre el futuro, y es cierto que estamos hartos de repetir que se tenga en consideración el hecho de que los estudiantes de hoy seremos los trabajadores del mañana, los mismos que pagaremos las pensiones vitalicias de los políticos que hoy están arruinando nuestras expectativas; pero a pesar de todo grito de auxilio, estos parecen hacer oídos sordos a una multitud encolerizada como la que hoy se ha echado a la calle manifestando su derecho a una educación pública real.
 
Pero no solo el Ministerio parece dar la espalda a los estudiantes y profesores, sino que también el Partido Popular que gobierna nuestro país y que asegura “seguir trabajando por sacarlo adelante”,  se ha mostrado defensor de la reforma de Wert y, por consiguiente, opuesto a la decisión de ese aproximado 90 por ciento de los estudiantes universitarios que en la huelga convocada se ha mostrado detractor de los recortes educativos. En una rueda de prensa en la Cámara baja, La secretaria de Educación e Igualdad del Partido Popular, Sandra Moneo, ha afirmado que respeta la huelga convocada para hoy en la enseñanza pública pero ha dicho no compartir ninguno de los motivos argumentados para secundarla.

Otro verdadero “punto a favor” de nuestro competente Gobierno eso de ignorar la voz de miles de afectados por los recortes educativos, quienes junto con numerosos desahuciados, profesionales recortados en sanidad y otros 6 millones de parados aglutinan la contienda de toda esa masa de españoles que nos vemos avocados a un destino incierto y en manos de representantes que se encuentran muy lejos de salvar pronto la situación.

Álvaro Valadés.

martes, 9 de abril de 2013

La Reivindicación del Teatro Independiente. "Clot y Chof".



 Hoy en día las representaciones teatrales suponen un gasto desmesurado para una sociedad estancada en el mileurismo, los musicales han copado los inmoderados precios de venta de sus entradas y ante esta categoría adinerada que el propio teatro ha creado de sí mismo, los propios actores, los propios productores, los propios “amantes del arte de la interpretación”… resulta cada vez más lejos de la clase media el poder permitirse el lujo de disfrutar del mismo. Sin embargo, frente a tales indecentes empresas de teatro con el lucro económico como lema, existe una humilde, creativa y afortunadamente buena gama de teatros que representan obras del llamado “género independiente”. Independiente de las modas, independiente de la majestuosidad… pero muy ligado a la interpretación pura, dura y sin distracciones.



  Y entre estas, se encuentra Reacción Química, una compañía teatral que juega con este particular género a la hora de interpretar sus obras, las cuales gozan de una personalidad y originalidad claramente diferente a cualquier otra.


  De modo que de la mano de esta compañía, los amantes del teatro independiente, de la locura en plena escena y del sentimiento de no saber muy bien lo que ocurre están de enhorabuena con la llegada de‘Clot & Chof’, una obra teatral cuya representación tiene lugar cada semana en la sala Bululú de Madrid. Con ella su autor, Gorka González, nos sitúa en medio de una escena protagonizada por un Clot que no sabe si es un Chof –el propio Gorka González–, un Chof que quiere ser un Clot –África Amor–, un anónimo con afán de ser el centro de atención –Iker Capapay– y un actor que desea una perfecta interpretación –Alfonso Moreno–. Acompañados de estos pintorescos personajes, los espectadores se sumergen durante una hora en un ambiente de humor infantil en el que, sin embargo, se reflexionan cuestiones sociales en las que no falta un tono crítico al país y en especial, al mundo de la interpretación. Una obra en la que las unidades de tiempo y espacio desaparecen para otorgarle plena importancia a la acción, que mezcla escenas de humor visual, diversión, locura y monólogos existencialistas de los personajes, así como puntuales referencias al público que evidencian la capacidad de improvisación de sus actores. En virtud de ello, los juegos de iluminación son un punto fuerte en esta obra, dado que en ocasiones oscurecen la escena para iluminar la grada, algo poco usual en el teatro, lo cual convierte al espectador en el quinto protagonista de lo que acontece.



  “No es una obra para niños, está dirigida a adultos con ganas de divertirse, que sean capaces de recoger un concepto de absurdez como algo divertido” asegura Alfonso Moreno, y es que en esta representación los actores parecen disfrutar riéndose del público al no permitirles entender nada de lo que sucede, haciendo alusiones a “un viejo irlandés” que no llega a ser definido o abriendo la mente del espectador a la incomprensión, para finalmente acabar con un monólogo que acerca a la explicación de todo lo sucedido durante la obra, y eso es lo que también aseguran que gusta al público: sentir que a esos chirriantes personajes se les termina entendiendo y cogiendo cariño. “Una de las obras más raras que he visto, tiene un encanto único”, “la relación con el público es especial” opinan algunos de sus espectadores, los cuales fueron partícipes de la combinación de cuatro actores postrados frente a un reducido auditorio, al que se dirigen como los responsables de que personajes como Clot y Chof se mantengan con vida, creando ese ambiente de calidez y cercanía a la interpretación que solamente se hace realidad en el teatro independiente.



“Vosotros, los espectadores, al ver una obra estáis como soñando, y puede que no entendáis nada, pero sabéis que cuando finalice os despertaréis y todo seguirá como hasta entonces” resume Chof en la representación. Y es que no hay mejor manera de hacer teatro  –según África Amor, actriz que encarna a Chof– que siendo un buscavidas, pero como querer es poder, si hace falta se hacen malabares para conseguirlo.



  Reacción Química, como asociación de teatro, cumple sus dos primeros abriles este año, y sus encantadores integrantes lo celebran animando al público con ganas de ver un espectáculo diferente y surrealista a esta representación.

“El teatro para nosotros no es un hobby, sino una profesión. Y es por ello por lo que cada día nos sentimos especialmente orgullosos de nuestro trabajo”.



Defendamos un teatro desligado del lucro económico por el bien de la supervivencia de un arte robado por la gran empresa.




 ‘Clot y Chof’, todos los viernes a las 8.30 en la sala Bulubú de Madrid, una obra con la que el género independiente se hace hueco entre la muchedumbre, una obra en la que nadie pasa inadvertido, y una obra en la que el sinsentido escénico, se torna en belleza.



Álvaro Valadés.

viernes, 22 de marzo de 2013

lunes, 18 de febrero de 2013

Gala de los Goya 2013. La disputa entre el humor y la elegancia.


 

   Como cada año, la alfombra roja del cine español se expande para dar de nuevo la bienvenida a las grandes promesas cinematográficas, así como homenajear a las personalidades y proyecciones más reconocidas del año. Largos trajes, pasarela, reconocidos actores y actrices, personalidades, discursos y emociones fueron sin duda las grandes protagonistas de la noche. Y es que, si existe en España una verdadera fiesta en honor al arte audiovisual, esa es la Gala de los Goya, que fue ayer emitida por la cadena nacional: TVE y RTVE en directo.

 
   La anual tragicomedia, en la que unos ríen y otros lloran, pasa de la gran pantalla a la realidad en esta gala en la que los directores de la Academia galardonan según diversos criterios los reconocimientos más logrados del cine español. Las disputas más polémicas se rifaron principalmente entre los largometrajes “Lo Imposible”, “Blancanieves”, “El artista y la modelo” y “Grupo 7”. A pesar de ello,   2012 ha sido el año de la bella y la malvada bruja, un cuento de siempre contado como nunca, en versión flamenca, muda y monocroma; que recibió 10 estatuillas, un número, en mi opinión, muy descompensado en relación con “Lo Imposible”, que se llevó 5. Hecho que tampoco me preocupa demasiado, dado que si de prestigio se trata, “Lo Imposible” ha cosechado suficiente ¡y más!, en comparación con “Blancanieves”.


  La indignación por los temas sociales no dejaron desapercibidos a nadie este año, donde desde discursos con doble sentido hasta ataques directos al gobierno, pasando por la sutil ironía y las alusiones a los recortes, la noche se mantuvo cargada de tensión política que abrió la expectación de las respuestas de los aludidos a la mañana siguiente, con poca respuesta por su parte. Aprovechar un evento de ámbito nacional y con las repercusiones que tiene el país, como puede ser sin duda la gala de los Goya, me parece un punto acertado para dar la puntillita que los “peces gordos” necesitan para reaccionar. Hay quienes opinan que no es el lugar ni el momento idóneo para hacerlo… yo me mantengo muy detractor de esta idea, si todos compartimos una indignación y un ideal común de libertad y cooperación, cualquier momento y cualquier lugar es bueno. Y si tiene el ámbito de influencia de esta gala, mejor.

A pesar de todo ello, la gala de los Goya lleva ya varios años intentando subsanar la pesadez de los discursos a través de la intervención espontánea de monólogos y recreaciones humorísticas, algo que verdaderamente se agradece teniendo en cuenta el espectáculo-glamouroso que se pretende conseguir. A pesar de ello, parece que año tras año esta gala sigue siendo perseguida por el peso de la crítica, ¡y con mucha razón! No se puede pretender transmitir una imagen de elegancia y respeto con verdaderas meteduras de pata como la de la encargada de pronunciar el ganador del “Goya al mejor sonido”: Adriana Ugarte, quien indicó el nombre del candidato equivocado y seguidamente, tras intentar enmendar el error, hizo uso de la expresión “Lo hice aposta, ¿os ha gustado?”… No, señorita Ugarte, a la que no le va a gustar verse en la historia de las cagadas de la televisión durante décadas, es a usted.

   Reflexionando acerca del por qué de esta batalla de críticas a la gala del cine español, solo llego a una única conclusión… Los Goya no son Los Óscar… y las comparaciones no tienen cabida. Si queremos una gala propia y elegante, ¡hagámoslo! pero esa obsesión por intentar ganar audiencia a toda costa introduciendo un espectáculo musical –un tanto bochornoso y mal entonado- o un humor que, en ocasiones afortunado y en otras no, difiere del sentido que la gala de los Goya pretende reflejar: un show de profesionalidad y seriedad; esa intención contradice en cierto modo la estructura que caracteriza a la gala. O hacemos espectáculo, o hacemos una gala glamourosa, pero creo que intentar aunar ambas contando con la colaboración de tres únicos humoristas y la participación espontánea de los propios candidatos, sí, puede resultar entretenido para el público, pero no podemos pedir a cambio una maravillosa y aduladora columna por parte de los expertos, ni una comparación con la gala de los Óscar.

   En conclusión… somos españoles, también sabemos hacer un buen cine, y lo hemos demostrado. Contamos con auténticos profesionales. Si podemos hacer una gala entretenida y con el humor y el desparpajo que caracteriza a las gentes de nuestro país, ¡me parecerá una idea estupenda! pero sin pretender que el lujo y el glam alternen con ello, porque son dos mundos que, muy a mi pesar, nunca tendrán una relación “de cine".


Álvaro Valadés.



lunes, 28 de enero de 2013

Usuario online. Escribiendo...

  Suena el móvil, y antes de que podamos dar por finalizada la conversación que estábamos manteniendo, un impulso interno nos acciona el brazo automáticamente a coger el novedoso aparato, desbloquearlo, abrir la pantalla de Whats App, ver el mensaje, contestarlo, bloquearlo y guardarlo de nuevo en el bolsillo, todo ello en el escalofriante tiempo de cinco segundos y sin dejar de asentir a la pregunta que la persona con la que conversábamos nos estaba haciendo. 

Este proceso se repite constantemente en nuestra vida y a nadie parece impactarle, puesto que se ha convertido en un ejercicio rutinario y masificado. Allá donde vamos, encontraremos cabezas gachas pendientes de un mensaje del Smartphone, un e-book o una aplicación de tablet. Nos encontramos absolutamente absorbidos por una nueva era que, sin darnos cuenta, se abre paso en nuestro día a día, las tecnologías. Pero, ¿supone esto algún impedimento en nuestras vidas?

Por lo visto todos nos hemos quejado en algún momento de la cantidad de estrés que acumulamos a lo largo del día, ¿y no nos preguntamos en qué nivel afectan la inmediatez de los aparatos tecnológicos en este hecho?

Imaginemos por un momento que un día, concretamente mañana, nos despertamos sin poder disponer de ninguna de las tecnologías que implican redes de datos. Llegaríamos tarde a la universidad, al trabajo, a la reunión, porque no tendríamos un Smartphone con alarma incorporada que nos despertase a la hora prevista. No podríamos encontrarnos con nadie por el camino, dado que no tenemos Whats App para quedar a la hora y en el lugar que pactemos, ni dispondríamos de una aplicación que nos avisase del tiempo que va a tardar en llegar el autobús, por lo que deberíamos salir un tanto antes de casa. Al llegar, no podríamos administrar nuestros archivos sin la tablet, algunos ni siquiera podríamos trabajar sin ella, a la vuelta haríamos el interminable trayecto sin música ni redes sociales con las que interactuar, lo cual además nos privaría de la información diaria de actualidad del mundo que nos rodea.

Nos veríamos en la odiosa obligación de tener que mantener contacto visual con el resto de las personas del vagón, o acudir a esos anticuados medios de información a los que mi abuelo llamaba ‘periódicos’. Y, finalmente, acabaríamos el día reflexionando sobre lo enormemente solos que nos hemos encontrado, la de cosas que nos ha dado tiempo a pensar y, por supuesto, las increíbles ganas que tenemos de que al día siguiente podamos recuperar de nuevo nuestras preciadas tecnologías.

Sin duda, nuestra vida está facilitada por estas telecomunicaciones, pero debemos incurrir en las carencias a las que esta dependencia internauta nos está haciendo llegar. Carencias personales, sociales, mentales, e incluso productivas. Llegará el día que todo el mundo olvide cómo hacer una multiplicación sencilla porque con su móvil a mano nunca tendrá necesidad de recordarla. Las relaciones interpersonales dejaran de ser una prioridad, dado que la mensajería instantánea resuelve grandes situaciones comunicativas que en persona no tendrían la misma efectividad. He llegado a ver a varios sujetos situados uno al lado del otro hablando por Whats App entre ellos, sin mediar palabra… yo supongo –o espero suponer- que eso sería una mera broma puntual, de lo contrario, estoy convencido de la gravedad del asunto: las personas ya no somos personas sin aplicaciones online a nuestro alcance.

En contraposición a este hecho, se encuentran aquellos, generalmente veteranos, que no acceden al chantaje de la nueva era digital. ‘Mentes retrógradas que no aceptan el cambio’… les llamamos, aunque pensándolo bien, hemos de admitir que ellos son los verdaderos privilegiados. Ellos son los que no dependen de un dispositivo para relacionarse o de una tablet para trabajar. Ellos son los que toda su vida se ganaron el sueldo sin dejarse los ojos en pantallas de ordenador. Ellos son los que vivieron la nueva era de la información verídica, siendo únicamente censurada por los políticos, no por la propia opinión pública como pasa actualmente, donde nos venden que un Trending Topic es una noticia mundial cuando no es más que un filtro de palabras de la red sin ninguna veracidad constatada; si lo analizamos, nosotros creamos nuestra propia información y nosotros nos sentimos llenos con ella, sin más. Las noticias también cuentan con Twitter para dar sus actualidades y la prensa dedica apartados a esta “voz social”. Estamos cayendo en una espiral autodestructiva, en la que nos basta con nuestras propias creencias para sobrevivir, creemos mirar más allá a través de pantallas que conectan con todo el mundo, y en el fondo no hacemos más que girar un mismo pensamiento resumido en 140 caracteres.

Estamos siendo masoquistas, y en lugar de aprovechar las tecnologías, nos sumimos a ellas, nos vendemos a ellas. Somos por tanto, productos maquinados en las mayores empresas tecnológicas del mundo. Nos ponen una manzanita de eslogan, y nosotros la mordemos, y nos envenenamos.

Doy por tanto las gracias a esos ya mencionados veteranos que tienen la irreverencia de no dejarse manipular por el sector tecnológico. Yo, reconozco que no puedo salir de él, y que seguramente jamás lo haga tendiendo en cuenta que, encima, estudio una carrera cuyas salidas dependen de los medios comunicativos, y estos, a su vez, de las tecnologías. Por tanto, hago un llamamiento a todos, los que quieran tomarlo y los que no, porque nos encontramos en una realidad que es incorregible porque nos tiene agarrada de dónde más nos tira… el deseo por las modernidades que aún no poseemos. Somos los usuarios de una red masificada y que depende de nosotros.

Por suerte, siempre tendremos a nuestra disposición el botón de ‘Off’, para aquellos momentos en los que nos apetezca recordar lo que era vivir en un mundo sin digitalización ininterrumpida.
(Última conexión a las 19:30).

Álvaro Valadés.