martes, 9 de abril de 2013

La Reivindicación del Teatro Independiente. "Clot y Chof".



 Hoy en día las representaciones teatrales suponen un gasto desmesurado para una sociedad estancada en el mileurismo, los musicales han copado los inmoderados precios de venta de sus entradas y ante esta categoría adinerada que el propio teatro ha creado de sí mismo, los propios actores, los propios productores, los propios “amantes del arte de la interpretación”… resulta cada vez más lejos de la clase media el poder permitirse el lujo de disfrutar del mismo. Sin embargo, frente a tales indecentes empresas de teatro con el lucro económico como lema, existe una humilde, creativa y afortunadamente buena gama de teatros que representan obras del llamado “género independiente”. Independiente de las modas, independiente de la majestuosidad… pero muy ligado a la interpretación pura, dura y sin distracciones.



  Y entre estas, se encuentra Reacción Química, una compañía teatral que juega con este particular género a la hora de interpretar sus obras, las cuales gozan de una personalidad y originalidad claramente diferente a cualquier otra.


  De modo que de la mano de esta compañía, los amantes del teatro independiente, de la locura en plena escena y del sentimiento de no saber muy bien lo que ocurre están de enhorabuena con la llegada de‘Clot & Chof’, una obra teatral cuya representación tiene lugar cada semana en la sala Bululú de Madrid. Con ella su autor, Gorka González, nos sitúa en medio de una escena protagonizada por un Clot que no sabe si es un Chof –el propio Gorka González–, un Chof que quiere ser un Clot –África Amor–, un anónimo con afán de ser el centro de atención –Iker Capapay– y un actor que desea una perfecta interpretación –Alfonso Moreno–. Acompañados de estos pintorescos personajes, los espectadores se sumergen durante una hora en un ambiente de humor infantil en el que, sin embargo, se reflexionan cuestiones sociales en las que no falta un tono crítico al país y en especial, al mundo de la interpretación. Una obra en la que las unidades de tiempo y espacio desaparecen para otorgarle plena importancia a la acción, que mezcla escenas de humor visual, diversión, locura y monólogos existencialistas de los personajes, así como puntuales referencias al público que evidencian la capacidad de improvisación de sus actores. En virtud de ello, los juegos de iluminación son un punto fuerte en esta obra, dado que en ocasiones oscurecen la escena para iluminar la grada, algo poco usual en el teatro, lo cual convierte al espectador en el quinto protagonista de lo que acontece.



  “No es una obra para niños, está dirigida a adultos con ganas de divertirse, que sean capaces de recoger un concepto de absurdez como algo divertido” asegura Alfonso Moreno, y es que en esta representación los actores parecen disfrutar riéndose del público al no permitirles entender nada de lo que sucede, haciendo alusiones a “un viejo irlandés” que no llega a ser definido o abriendo la mente del espectador a la incomprensión, para finalmente acabar con un monólogo que acerca a la explicación de todo lo sucedido durante la obra, y eso es lo que también aseguran que gusta al público: sentir que a esos chirriantes personajes se les termina entendiendo y cogiendo cariño. “Una de las obras más raras que he visto, tiene un encanto único”, “la relación con el público es especial” opinan algunos de sus espectadores, los cuales fueron partícipes de la combinación de cuatro actores postrados frente a un reducido auditorio, al que se dirigen como los responsables de que personajes como Clot y Chof se mantengan con vida, creando ese ambiente de calidez y cercanía a la interpretación que solamente se hace realidad en el teatro independiente.



“Vosotros, los espectadores, al ver una obra estáis como soñando, y puede que no entendáis nada, pero sabéis que cuando finalice os despertaréis y todo seguirá como hasta entonces” resume Chof en la representación. Y es que no hay mejor manera de hacer teatro  –según África Amor, actriz que encarna a Chof– que siendo un buscavidas, pero como querer es poder, si hace falta se hacen malabares para conseguirlo.



  Reacción Química, como asociación de teatro, cumple sus dos primeros abriles este año, y sus encantadores integrantes lo celebran animando al público con ganas de ver un espectáculo diferente y surrealista a esta representación.

“El teatro para nosotros no es un hobby, sino una profesión. Y es por ello por lo que cada día nos sentimos especialmente orgullosos de nuestro trabajo”.



Defendamos un teatro desligado del lucro económico por el bien de la supervivencia de un arte robado por la gran empresa.




 ‘Clot y Chof’, todos los viernes a las 8.30 en la sala Bulubú de Madrid, una obra con la que el género independiente se hace hueco entre la muchedumbre, una obra en la que nadie pasa inadvertido, y una obra en la que el sinsentido escénico, se torna en belleza.



Álvaro Valadés.