lunes, 18 de febrero de 2013

Gala de los Goya 2013. La disputa entre el humor y la elegancia.


 

   Como cada año, la alfombra roja del cine español se expande para dar de nuevo la bienvenida a las grandes promesas cinematográficas, así como homenajear a las personalidades y proyecciones más reconocidas del año. Largos trajes, pasarela, reconocidos actores y actrices, personalidades, discursos y emociones fueron sin duda las grandes protagonistas de la noche. Y es que, si existe en España una verdadera fiesta en honor al arte audiovisual, esa es la Gala de los Goya, que fue ayer emitida por la cadena nacional: TVE y RTVE en directo.

 
   La anual tragicomedia, en la que unos ríen y otros lloran, pasa de la gran pantalla a la realidad en esta gala en la que los directores de la Academia galardonan según diversos criterios los reconocimientos más logrados del cine español. Las disputas más polémicas se rifaron principalmente entre los largometrajes “Lo Imposible”, “Blancanieves”, “El artista y la modelo” y “Grupo 7”. A pesar de ello,   2012 ha sido el año de la bella y la malvada bruja, un cuento de siempre contado como nunca, en versión flamenca, muda y monocroma; que recibió 10 estatuillas, un número, en mi opinión, muy descompensado en relación con “Lo Imposible”, que se llevó 5. Hecho que tampoco me preocupa demasiado, dado que si de prestigio se trata, “Lo Imposible” ha cosechado suficiente ¡y más!, en comparación con “Blancanieves”.


  La indignación por los temas sociales no dejaron desapercibidos a nadie este año, donde desde discursos con doble sentido hasta ataques directos al gobierno, pasando por la sutil ironía y las alusiones a los recortes, la noche se mantuvo cargada de tensión política que abrió la expectación de las respuestas de los aludidos a la mañana siguiente, con poca respuesta por su parte. Aprovechar un evento de ámbito nacional y con las repercusiones que tiene el país, como puede ser sin duda la gala de los Goya, me parece un punto acertado para dar la puntillita que los “peces gordos” necesitan para reaccionar. Hay quienes opinan que no es el lugar ni el momento idóneo para hacerlo… yo me mantengo muy detractor de esta idea, si todos compartimos una indignación y un ideal común de libertad y cooperación, cualquier momento y cualquier lugar es bueno. Y si tiene el ámbito de influencia de esta gala, mejor.

A pesar de todo ello, la gala de los Goya lleva ya varios años intentando subsanar la pesadez de los discursos a través de la intervención espontánea de monólogos y recreaciones humorísticas, algo que verdaderamente se agradece teniendo en cuenta el espectáculo-glamouroso que se pretende conseguir. A pesar de ello, parece que año tras año esta gala sigue siendo perseguida por el peso de la crítica, ¡y con mucha razón! No se puede pretender transmitir una imagen de elegancia y respeto con verdaderas meteduras de pata como la de la encargada de pronunciar el ganador del “Goya al mejor sonido”: Adriana Ugarte, quien indicó el nombre del candidato equivocado y seguidamente, tras intentar enmendar el error, hizo uso de la expresión “Lo hice aposta, ¿os ha gustado?”… No, señorita Ugarte, a la que no le va a gustar verse en la historia de las cagadas de la televisión durante décadas, es a usted.

   Reflexionando acerca del por qué de esta batalla de críticas a la gala del cine español, solo llego a una única conclusión… Los Goya no son Los Óscar… y las comparaciones no tienen cabida. Si queremos una gala propia y elegante, ¡hagámoslo! pero esa obsesión por intentar ganar audiencia a toda costa introduciendo un espectáculo musical –un tanto bochornoso y mal entonado- o un humor que, en ocasiones afortunado y en otras no, difiere del sentido que la gala de los Goya pretende reflejar: un show de profesionalidad y seriedad; esa intención contradice en cierto modo la estructura que caracteriza a la gala. O hacemos espectáculo, o hacemos una gala glamourosa, pero creo que intentar aunar ambas contando con la colaboración de tres únicos humoristas y la participación espontánea de los propios candidatos, sí, puede resultar entretenido para el público, pero no podemos pedir a cambio una maravillosa y aduladora columna por parte de los expertos, ni una comparación con la gala de los Óscar.

   En conclusión… somos españoles, también sabemos hacer un buen cine, y lo hemos demostrado. Contamos con auténticos profesionales. Si podemos hacer una gala entretenida y con el humor y el desparpajo que caracteriza a las gentes de nuestro país, ¡me parecerá una idea estupenda! pero sin pretender que el lujo y el glam alternen con ello, porque son dos mundos que, muy a mi pesar, nunca tendrán una relación “de cine".


Álvaro Valadés.