domingo, 23 de diciembre de 2012

Cuento de Navidad en crisis.


Esta navidad, la crisis no será un inconveniente. Solo cabe pensar en algo como esto:


Vivimos rodeados de personalidades a las que nuestras vidas aspiran a asemejar, giramos en torno a metas, a personas, a fantasías, a sueños por cumplir. Queremos, deseamos, soñamos con  esas admirables quimeras. Tan desesperado es nuestro afán por conseguir ascender en nuestro esquema jerárquico de aspiraciones, que no nos importa en absoluto olvidar la grandeza de que las cosas surjan, el placer de que algo ocurra sin forzarlo de antemano.

Cada momento de nuestra vida surge por alguien y con alguien. Por algo. No existen las casualidades, sino la ilusión de la casualidad. Todo está movido por nuestros sentimientos, y estos no siempre están claros, por ello es importante, cuando las cosas se tuercen, cerrar los ojos y llegar a entender cuáles han sido nuestras aspiraciones reales. Un despacho elegante, una familia tradicional, incluso la fama con los ideales que nos han hecho creer que son los mejores, ya nos dominan hasta nuestros sueños, cuando no es eso lo que verdaderamente soñamos.  Nos dejamos llevar por títulos vacíos y ¡estamos todos engañados!

Es por ello que yo crearía un nuevo título al que aspirar en todas y cada una de nuestras vidas. Un título que no estuviese basado en logros académicos, ni personales… que no tuviese objetivos laborales, ni económicos, ni comerciales. Un título mucho más honorífico que un master o un doctorado, y muy superior a un cheque o a un diploma.

Ese honor que concedería, es el Título de la Fuerza. Fuerza de ser, de conseguir superar dificultades, dolores y desgracias. Porque la vida no está formada de alegrías constantes, fiestas y películas americanas, y lo que menos necesita nuestra sociedad en estos tiempos es creer que conseguir cosas materiales aportará esa felicidad de la que todo el mundo habla. De este modo, las personalidades más honoríficas no serían los famosillos de turno, y en contraposición, ese niño de cabeza rapada que aguarda en el hospital, levantaría el brazo con su Título de la Fuerza en la mano y todos comprenderíamos que su vida es admirable. O el padre de familia que superó un despido improcedente, podrá crear un nuevo currículum donde reflejase su Titulo de la Fuerza. De la misma manera, el joven que sufrió bullying de niño ahora colabora en una asociación contra los malos tratos, dónde todos portan su Título.

Así, la gente más corriente, la que hoy es aplastada por los peces gordos, serían los héroes reales, los trabajadores que levantan un país en crisis, los infames que pagan la contribución que se lleva un futbolista por hacer un spot publicitario, o una mujer por acostarse con un torero. Los que sufren las humillaciones de un político que hace demagogia con sus derechos y de un líder religioso con una ciudad entera de su propiedad. Los pequeños soñadores, los artistas a tiempo parcial, los luchadores de la calle. Todos esos que han madurado a base de palos en la vida, estáis de enhorabuena, tenéis el único Título de Fuerza que no se os podrá ser nunca arrebatado: la ilusión por conseguir todo aquello que sabéis que, tarde o temprano, podréis lograr.

¡Feliz Navidad, soñadores!


Álvaro Valadés.


martes, 18 de diciembre de 2012

¿Por qué ser periodista? - Entrevista a Mercedes Milá.

  "La gente, cuándo conoce lo que estás hablando, y ve que lo que estás diciendo es cierto, te sigue creyendo " -Mercedes Milá.


  Hace unas semanas, tuve, junto con dos compañeras, la oportunidad de entrevistar a una de las presentadoras más respetadas y mediáticas de los últimos años en nuestro país. La situación de carestía económica y prestigiosa que se le avecina a los medios de comunicación puede suponer un grito de dolor tanto para sus trabajadores, como para todo el público, al que se le pretende privar de su derecho a la información. 
Para hacer un homenaje al periodista de investigación y a la legitimidad de los medios comunicativos, contamos con la  presentadora Mercedes Milá, cuyas experiencias en la televisión, concretamente en el programa que presenta: 'Diario De...', y sus reflexiones, nos consiguen acercar un poquito más a la realidad de esta profesión y a su trayectoria como periodista nata. Quedáis invitados a conocerla.

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- Buenos días, ante todo. Para romper un poco el hielo, nos decidimos a hacer una pregunta de tipo periodístico. ¿Qué es lo que nunca debería preguntarse a un entrevistado?

Mercedes Milá - No hay nada que no se pueda preguntar, todo se puede preguntar. Y así le das al entrevistado la oportunidad de decirle… “yo te pregunto todo y tú me respondes solo lo que quieras”. A no ser que hayas llegado antes a un acuerdo y te haya compensado ese acuerdo... a mí me ha pasado a veces eso.

- ¿Recuerda cómo fue su primera entrevista y con quién?

M- No... la primera vez en mi vida que hice una entrevista es imposible que me acuerde porque fue hace muchos años… lo que sí recuerdo es la primera vez que entrevisté a alguien en un plató, que fue a Johann Crol, el jugador de fútbol. Y eso sí, de ese día no me olvidaré en la vida.

- Ha sido reconocida con el premio Joan Ramón Mainat 2012 del Fes`TV’al en la cuarta edición del mismo. ¿Qué ha significado para usted este premio?

(Tras un comentario acerca de su voluntad a que se la tutee:
M- Joan Ramon Mainat era una persona a la que yo respetaba una barbaridad, que murió por desgracia, demasiado pronto, debido a un cáncer terrible, y el hecho de que te den un premio con su nombre es el máximo orgullo. Sabía mucho de televisión, era muy buena gente, no perdía jamás el tiempo, tenía muchas ideas y amaba mucho este medio. Así que ese premio fue especial para mí.

-¿Cómo empezaste en el mundo del periodismo y en especial qué interés despertó en ti el periodismo de investigación?

M-Yo empecé siendo “el último mono” de la redacción de informativos de Barcelona. Así que yo llegaba a la tele y ordenaba las mesas, cortaba el teletipo… ¡vamos! Hacía todo lo que hace… “el último mono”. Pero a partir de entonces, yo sentía que aquello cada vez me gustaba más, y por lo tanto luché para que no me echasen al terminar ese tiempo de prueba y empecé a hacer pequeños reportajes, era ayudante, ayudaba a grabar, ayudaba a montar… yo he hecho un poco de todo en la tele, porque empecé desde abajo del todo. E investigación, como tal, empecé a hacerla en Informe Semanal, luego pasé a plató, en el cual la investigación deja de ser lo mismo… hasta que cayó en mis manos el tesoro que tengo ahora, que es ‘Diario de…’

- Tú eres una presentadora polifacética, pero también bastante polémica, ¿piensas que esa actitud logra atraer más a la audiencia o a los admiradores?

M- Yo no soy de una manera ni de otra… “soy”, y punto. No hago las cosas porque atraigan más a los espectadores o no. Tengo un carácter por el cual mi madre me dice que soy una persona que no conoce los límites, y eso es muy peligroso porque a veces te trae muchos disgustos, pero también es una buena característica para televisión, porque quiere decir que no tienes miedos, y quizá eso me haya ayudado muchas veces a hacer preguntas que, si las piensas tres veces, no las haces.

- A lo largo de tu carrera profesional has trabajado en distintos formatos televisivos,  distintas cadenas, casas… e incluso en la radio. De todo lo que has vivido, ¿con qué experiencia te quedarías o cual considerarías que ha sido la más gratificante?

M-- Mira, nunca puedes, y espero que no te pase a ti jamás, contestar a esa pregunta con una respuesta concreta, porque yo no puedo decir de tantísimas experiencias, de tantos años y de la suerte que he tenido de trabajar con gente tan diferente, escoger a “este” o a “este otro”, porque en el momento en que lo estaba haciendo para mi era lo más grande, lo más bonito, y lo más interesante… cada una de esas cosas, aunque algunas acabaran mal… pero no importa, porque cuándo lo hacía estaba entregada y es eso lo más importante. Así que no estoy dispuesta a elegir… nada.

- Ya entrando un poco más en el programa ‘Diario de…’, ¿cómo surgió la idea de crearlo?

M- Yo me incorporé a ‘Diario de…’ cuando ya existía, por lo que no puedo responder a eso, ya que me incorporé por casualidad absoluta, fue como eso de… ¿sabes lo que dicen a veces de “cuando tenga que ser, será”…“algún día”… “cuando menos lo esperes”… pues así fue, casualidad. Pero este equipo ya existía.

- El lema del programa es “Tú denuncias, nosotros respondemos”, ¿qué criterio es el que utilizáis para elegir unas denuncias u otras?

M- Realmente yo soy solo una pieza más de las veinticuatro personas que formamos este programa, y aunque pueda tener mi opinión, como todos los demás, la decisión es del equipo, así que son ellos los que de todos los mails que llegan a la semana deciden qué caminos tomar, y yo, suelo estar siempre de acuerdo, porque la verdad es que es muy raro que no lo esté, y si se da el caso… lo discutimos, lo hablamos, y llegamos a ponernos de acuerdo siguiendo el camino y la traza que ellos han marcado.

- ‘Diario de…’ se basa en el trabajo en equipo de periodistas, documentalistas, reporteros, etc. ¿Hay muchos problemas para poneros de acuerdo en la organización?

M- No, porque hay muy buen rollo. Yo he trabajado en equipos muy diferentes a lo largo de mi vida… este es uno de los que se respira mejor ambiente entre compañeros. No hay enfrentamientos, no hay celos ni envidias, no hay “tú tienes un tema mejor que el mío”… no. Aquí vamos todos “focalizando” a lo mismo, que es que el programa salga bien y que la gente lo compre, lo vea, y seamos eficaces. Yo estoy contentísima de formar parte de este equipo y realmente no hay esos problemas de los que me hablabas.

- Para la realización del programa necesitáis una buena cantidad de fuentes de documentación, de todas las que utilizáis, ¿cómo os aseguráis de su veracidad?

M- Bueno, siempre hay que hacer contrastes, te tienes que asegurar de que tienen rigor, y aquí, nuestro jefe, Alberto, es muy “puñetero” en eso. A veces caen cosas porque te haces a la ilusión de “¡Ay! ¡Qué bueno es esto!” Y de repente, él dice: “Sí, pero hay que contrastar” y a la hora de hacerlo, puede ocurrir que eso no siga adelante, pero yo ya aprendí en Inglaterra que ese rigor es la base de la credibilidad. La gente, cuando conoce de lo que estás hablando, y ve que lo que estás diciendo es cierto, te sigue creyendo. Porque muchas veces os ocurre, ¿no? A veces vemos cosas en la televisión y decimos: “Pero si esto lo sé yo, si esto no es así…” Te da rabia porque a partir de ese momento ya no crees demasiado en la persona que está diciendo eso… Así que aquí se contrasta, se mira bien, se le da vueltas a las cosas, hasta que finalmente se les ofrece a los espectadores.

- Un programa de investigación como ‘Diario de…’ supone muchas veces asumir riesgos. ¿Qué tipo de riesgos son los que tenéis que asumir y cómo los lleváis a cabo?

M- Los riesgos de trabajar en periodismo y estar en la calle. Esos riesgos que los tenemos todos los que trabajamos en esto, que llega un momento en que a veces ni piensas en ellos. A veces, trabajar por la noche, trabajar con cámaras que casi no se ven…o incluso que puedan agredirte, o en algún momento ponerte en apuros… todo eso lo sabemos, y mis compañeros los cámaras lo saben… pero este es nuestro trabajo, y es así. Esos problema existen, y si el reportaje sale, salió, y eso es lo que la gente ve. Aunque de momento no hemos tenido ningún problema insalvable.

- ¿Cuál es la experiencia de ‘Diario de…’ que más te ha marcado o que más haya supuesto una gratificación personal para ti?

M- ¡Qué manía tienes con que yo escoja una sola cosa! (risas) Llevo ocho años haciendo ‘Diario de…’, no voy a escoger una sola cosa. Lo que más me importa del programa es algo que ya os he dicho antes… y es que la gente lo crea. Y que tenga la confianza de que, cuando yo diga “Tú denuncias, nosotros respondemos”, que esa gente responda: “Voy a mandar el mail a Diario de… y voy a explicar cuál es mi problema porque a lo mejor esta gente me va a poder ayudar o pueden gritar por mi.” Eso es lo que a mí me importa, y eso es lo que me llevo, así que cada vez que se ha solucionado un problema gracias a un reportaje, o hemos quitado dolor de alguien… para mí es lo más grande, lo más importante.

- Indagar en reportajes de investigación, supone obtener muchas experiencias acerca de determinados temas o hechos, tras conocerlos ¿ha cambiado tu punto de vista acerca de ellos?

M- Hombre, cuándo tú te acercas a un tema y lo profundizas puedes tener unos prejuicios que a la hora de profundizar, o de escuchar varias versiones a varias personas, en general, si eres honesto, sí cambias tu punto de vista. Pero, no te puedo poner un ejemplo concreto, aunque desde luego que sí, todo lo que sea profundizar en algo te hace cambiar el punto de vista, eso pasa en la vida en general.

- ¿Cuánto tiempo tardáis aproximadamente en terminar la investigación para la realización de un programa?

M- Depende. Todo depende del tema. Hay veces que las investigaciones abiertas duran meses; otras, duran días, y ahora que vamos a la semana depende completamente de las características del reportaje.

- Generalmente la gente te conoce como la presentadora de Gran Hermano… ¿pero piensas que el periodismo de investigación te ha ayudado a cambiar de aires?

M- Eso me sorprende a mí misma. Evidentemente soy la presentadora de Gran Hermano porque llevo ya diez años haciéndolo, o doce, o casi catorce años… yo ya no sé cuántos… (risas) pero muchísima gente me dice: “No pares, seguid con el programa ‘Diario de…’ porque aunque es un programa que se ve tarde en la noche y es un programa pequeñito la gente ya me identifica muchísimo con él, lo noto, lo noto una barbaridad. Así que, sí, yo creo que son las dos caras de una misma moneda. ‘Diario de…’ es la parte más informativa y más periodística pura, por decirlo de alguna manera, y ‘Gran Hermano’ es espectáculo, con todo lo que ello significa… así que son las dos caras de una moneda.

- Y ya dejando un poco de lado el programa ¿hay algún sueño que todavía no hayas cumplido y que quieras cumplir? Y ¿crees que hay algo que no puedes quedarte sin hacer en la televisión?

M- Hombre, no lo sé… pero he tenido tanta suerte... En todo lo que he trabajado me lo he pasado bien… bien y mal, porque hacer periodismo significa tragar muchísimos sapos, eso está claro… y hacer temas que a veces te arrancan las entrañas. Ahora mismo estamos metidos en un proceso durísimo porque la crisis nos está trayendo muchas cosas sobre la mesa que son dolorosas, donde tienes que entrevistar a gente que está en carne viva, por lo tanto es durísimo, por ejemplo, ver a alguien que acaba de tirarse por un balcón porque le han quitado su casa. Quiero decir, todo eso es duro y complicado… entonces ya no te acuerdas de los sueños, lo que haces es trabajar en lo que tienes que es la suerte de tener un programa que sigue vivo después de ocho años, yo creo que ese es el máximo sueño… hacer un programa que tiene cada vez más gente, porque hemos ido creciendo y que tiene continuidad en la cadena… tal como están las cosas, ese es el máximo sueño.

- Y en cuánto a nosotros, que nos estamos preparando para ser futuros periodistas, ¿cómo ves la situación económico-laboral en el mundo de la comunicación?

M- Vosotros estáis en primero y si yo estuviera en vuestro lugar no pensaría en la situación económica… sino que pensaría en prepararme “de putísima madre”, desde luego, me pondría a trabajar mucho en los idiomas… “a muerte”, en ser personas cultas y preparadas, con conocimientos técnicos en muchísimos aspectos de la vida profesional y ¡dejaos en este momento de pensar en lo que vais a cobrar! Porque estando en primero de carrera es lo último en lo que tenéis que pensar, luego ya vendrá la situación, pero de momento yo creo que lo que hay que hacer es formarse. Los buenos, no son muchos, ni las buenas son muchas, y por lo tanto, yo lo que observo y lo que digo al que me lo pregunta, porque no soy nadie sino, es: “Prepárate con uñas y dientes, aprende idiomas a la perfección…varios, métete en chino si hace falta, sé valiente, y el dinero vendrá después.”

- Pues hemos terminado, muchísimas gracias. Ha sido un placer, sobretodo porque estamos en primer año y poder entrevistar a alguien con tu nivel y con tanta experiencia como tú, no es nada fácil.

M- No, es que ¿sabes qué pasa? Yo no me olvido jamás de cuándo fui estudiante. Lo que costaba que te dijeran que sí, lo que costaba que te aceptaran y que te trataran con normalidad… No me olvido nunca ni de eso ni de las épocas en que no tenía trabajo y hubiera dado lo que fuera por uno, y ahora que lo tengo no me olvido jamás de dar las gracias. Primero, “muchas gracias”, luego ya veré si puedo hacerlo o no, pero primero “muchas gracias”. Es que hay que ser así, sino, no eres realista…

-Muchísimas gracias.  


Data del día 31-10-12.

Álvaro Valadés.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Ambiente nocturno. ¿Diversión o descontrol?


La noche de Halloween cada año se implanta en mayor medida en nuestro país, y en concreto la de este año, ha hecho honor a su cometido creando terroríficos espectáculos en grandes y pequeños locales distribuidos por todo el centro neurálgico de la fiesta en Madrid, entre ellos, el más exitoso ha sido la fiesta propuesta por el pabellón Madrid Arena, que contó con la asistencia de más de diez mil jóvenes de la ciudad. El descontrol pronto llevó a la saturación de la sala, conllevando esta situación al impenetrable tapón que se produjo en pocos minutos en una de sus salidas al exterior.
 
El escaso control de guardia en relación con el inmenso número de asistentes, la falta de registros de entrada de material pirotécnico y la inaccesibilidad de las salidas de emergencia tuvieron como consecuencia un hecho cuya magnitud muchos comparan con la tragedia de Alcalá 20; la muerte por arrollo de tres chicas, una de ellas, menor de edad.

La noche conlleva diversión, amistades, entretenimiento, desinhibo, alegría… ¿o por el contrario vicios, alcohol, enfrentamientos, lujuria, drogas, o incluso muertes?

Todo esto es muy moralmente cuestionable, hay quiénes piensan que son los asistentes los verdaderos culpables de estos trágicos sucesos nocturnos, y otros que el control debería ser mucho más eficaz en lugar de tan clasista como es. Hay grandes debates sobre el ambiente viciado de la noche. ¿Qué debemos pensar ante situaciones así?

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Obviando mayor información de lo acontecido, puesto que ya hemos recibido suficiente, he de destacar mi frustración ante una falta tan deleznable de criterio de selección de entrada a las discotecas y de registro de asistencia. Todavía no puedo entender como un acontecimiento de las dimensiones de la mayor fiesta de Halloween en Madrid pueden estar regidas por un puñado de incompetentes que ni siquiera contabilizan el aforo de su sala, llegando a superarlo, y lo que es peor, a mentir a los medios acerca de la cantidad de personas que había en su interior.

Me imagino la indignación, por decirlo de la manera menos fuerte posible, de la gente cercana a las tres niñas fallecidas, y ya no solo a ellas, sino a todo joven como yo que cada vez que salgamos de noche tengamos que poner nuestras vidas en peligro por culpa de una nefasta organización de eventos. ¡Cómo si encima no pagásemos suficiente por la entrada a las discotecas para cubrir un mínimo servicio de seguridad!

Situaciones como esta deberían hacernos reflexionar sobre cuál es la clase de seres viciados por el dinero de los que dependemos cada vez que salimos. La gran mayoría de las veces, las cosas como son; estamos borrachos, y si no nosotros, nuestro amigo. Somos manipulables, frágiles… estamos absortos. Es culpa nuestra decidir sobre nuestro estado de embriaguez, pero suya la de prever que lo estamos dentro de su local, con todas sus responsabilidades. Mis padres tienen derecho a saber que salgo a un sitio seguro, en el que mi vida no corre peligro, y que duerman tranquilos. ¿O entonces la solución es quedarse en casa? Yo opino que en absoluto. Las cosas están para disfrutarlas, con precaución, límites y certeza de que, en el supuesto caso de que suceda algo, las salidas de emergencia van a estar abiertas a que yo pueda salir, y no cerradas a que otros puedan entrar.


En la gran mayoría de las fiestas con mayor aforo, para información general, los organizadores de eventos suelen ser hombres cuya reputación dice mucho de ellos; llenan aforos de salas, tienen los contactos suficientes como para conseguir los mejores locales de la ciudad, y en el caso concreto del organizador del Arena Madrid en Halloween, tuvo la osadía de reabrir hace unos años la discoteca en la que murieron cientos de personas incendiadas en Madrid… y todo ¿con qué beneficio? Claramente económico. Cosa que me parece normal, siempre que con ello no se juegue con la seguridad de nadie, pero absolutamente deleznable cuando se consigue a costa de poner en peligro a tus clientes.

A todo esto debo añadir la falta de coherencia en la relación calidad-precio de cualquier discoteca de Madrid. Pagamos demasiado para recibir una, o como mucho, dos copas llenas de garrafón y Fanta, que fácilmente podría beber de la taza de mi retrete. Me resulta también indignante el permiso de acceso gratuito a las mujeres con el objetivo de atraer a un mayor número de hombres, a los cuales se les hace pagar el doble. Eso fomenta claramente el descontrol, pero ¿quién es el responsable, el organizador o la persona, sea hombre o mujer, que se deja engañar por “la ganga”? Yo reconozco que es atractivo para una mujer entrar gratis a cualquier sitio, pero debería tener en cuenta el objetivo inmoral que lleva detrás.

Somos, en definitiva, objeto de los deseos económicos de los lugares que frecuentamos. Algunos optan por no salir, otros por el botellón y otros por pagar precios disparatados por locales en los que el acceso queda vagamente restringido, y de manera equivocada se prohibe el paso a los menos pijos, como si el aspecto físico que aporta un Tommy Hilfiguer fuese a ocultar los efectos de cualquier droga o del alcohol.

Miremos más por nuestra seguridad o, al menos, no paguemos por que nos la vigilen otros que no lo van a hacer.

Álvaro Valadés.

sábado, 13 de octubre de 2012

Telebasura. ¿Merece la pena el morbo?


Nadie puede contradecir que los niveles emocionales del subconsciente son altamente importantes. Gracias a ellos juzgamos, aprendemos, nos entretenemos… pero yo los consideraría un arma de doble filo, pues no juegan siempre a nuestro favor.

Sintonizamos un canal televisivo basándonos en lo que nos dicta ese ya citado subconsciente emocional. Los colores, el nivel de ruido, la música e incluso la iluminación de lo que la pantalla nos está reflectando entran por nuestras retinas y llegan hasta nuestro cerebro, que es el que se encarga de que soltemos el mando o sigamos practicando zapping. Ahora es cuándo, si esto es así, no puedo concebir que haya tantos cerebros interesados en el color, el ruido o la iluminación de un progama como “Sálvame” que sean incapaces de ir más allá de estos aspectos del subconsciente ni entren a juzgar qué tipo de basura televisiva están tragandose. Conflictos, desamores, gente que insulta a otra por dinero… ¿hasta dónde vamos a dejar que llegue nuestra paciencia emocional? ¿Merece la pena el morbo?

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En mi opinión, en España estamos viviendo una especie de crisis de inteligencia, a la que catalogo con este nombre tan concreto sin esperar ninguna represalia por parte de ofendidos, puesto que opino que por muy seguidores que podamos ser de una televisión rosa, determinada por la maldad de entretenernos en base a lo que moralmente pensamos de otros; nadie puede en el fondo negar que, de una manera u otra, ese periodismo nos está degradando. Y lo hace tanto a nivel de espectador, que en lugar de recibir información que nos ayude a acercarnos más al mundo, lo que nos hace es ser partícipes de cotilleos innecesarios; como a nivel moral, ya que atentan contra valores tan imprescindibles como la honestidad, la claridad de la información, la decencia, la tolerancia y la privacidad.

Y si bien esto es así, y la mayor parte de nosotros es consciente de ello, ¿cómo se explican los récords de audiencia masivos de la llamada telebasura? Quizá la respuesta sea tan simple como darle la vuelta a este último concepto, y, trágicamente, descubrir que estamos llamando telebasura a lo que no debería serlo, puesto que resulta claramente irónico catalogar de “basura” al tipo de televisión más demandada por todo el país. Manteniéndome personalmente detractor de darle audiencia a este formato de indecente morbo y famoseo, creo firmemente que la audiencia se ha vuelto totalmente cómoda y manipulable cuando no debería ser así. La gran plataforma de Telecinco nos pone cuatro horas diarias de Sálvame, cogemos el mando, y solo se nos ocurre pasamos a Antena3, en la cual nos mantienen durante años adictos a una serie que sin darnos cuenta se cuela en nuestra sesión de dos horas de anuncios publicitarios. Y así nos tienen, chupando del frasco mientras nos alimentamos del morbo que a cambio nos venden.

Seamos inteligentes. Lo que queremos ver cada uno es muy diverso. Existen los cinéfilos, seriéfilos e incluso adictos a los concursos de saberyganar, entre otro tipos de espectadores, que están dispuestos a ver cualquier otra cosa distinta a la que nos televisan. Y conseguirlo es tan fácil como no dejarse llevar por las tendencias audiovisuales de las grandes cadenas ni por los Trending Topics televisivos de Twitter.

El morbo de la pequeña pantalla nos está destrozando. La pluralidad de la televisión está en nuestras manos.

Álvaro Valadés.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Verdades.


Acostumbrados estamos ya a escuchar grandes frases que dicen pequeñas cosas. Las usamos a diario; muletillas, escapatorias orales. Creemos tener una soberbia verbal que forzosamente no tenemos, y por si eso fuera poco, encima juzgamos a quién miente simplemente por hacerlo. A esto se le añade además la educación que hemos recibido, que nos dicta que lo correcto es decir la verdad por encima de la mentira. Ser plenamente veraces… ¿Serlo siempre? ¿Realmente es eso lo correcto?

Personalmente me muestro en desacuerdo con dicha idea. Si se supone que la plena verdad al cien por cien es lo que más conviene en todo momento, yo me pregunto… decir verdades tales como “Qué gorda estás”, “Qué feos tienes los ojos” o “No intentes hacer tal cosa, que no la vas a conseguir”… ¿realmente ayuda? Si una verdad no va a cambiar una realidad, ¿por qué insistir en ella? ¿no es mejor olvidarla y darla como un hecho y no como algo que haya que recordar? Una frase como las mencionadas se usan para herir, pero la verdad es honesta… ¿es entonces necesario usar siempre la verdad? ¿o saber elegir cuáles son las verdades  correctas?

Por otro lado se encontraría la interpretación que defiende que una verdad, por cruel o dura que sea, no deja de mostrar la realidad tal como es, sin tabúes. Incluso hay quienes afirman que a una persona decir siempre la verdad la hace más noble. Yo personalmente vuelvo a discrepar. Con todo esto no quiero decir para nada que defienda la mentira, que nunca hace bien. Pero una cosa es no mentir, y otra no hacer otra cosa que decir la verdad. Como con todo en este mundo, en la verdad no existen un blanco y un negro que sean completamente opuestos… una verdad y una mentira sin más. Existen grises entre los cuales se encuentra la humildad, o el respeto, que en mi opinión, siempre deben estar por encima de cualquier verdad con carácter ofensivo que pueda cambiar su finalidad positiva al enorme defecto de la arrogancia.

Y es que, en el fondo, todos sabemos que hay verdades que son innecesarias.

¿Verdad o no?

Alvaro Valadés.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Los mudos también se expresan.



Para todo aquel que lo dude y me haya subestimado… sí, soy mudo. No estoy enfermo, ni tengo ningún tipo de discapacidad. Este problema no lo llevo arrastrando toda la vida, sino desde hace unos años. De pequeño era perfectamente capaz de articular cada uno de los pensamientos que se me pasaban por la cabeza. No solía decir grandes cosas, evidentemente, pero alcanzaba a razonar, y expresar esos sentimientos con libertad, porque nadie hace caso nunca a un niño.

Luego crecí, abrí mi mente, descubrí serias preocupaciones por las que consideraba necesario hablar, expresarme, opinar e incluso criticar. Fue a partir de entonces cuándo mi voz se fue callando, no por decisión propia, sino por imposición. ¿De quién? De todas aquellas instituciones aparentemente superiores a un joven contrariado. No solo me callaron a mi, sino también a todos los que eran como yo, a los que no estábamos conformes, porque es fácil mantener callado a un chaval atacándole desde sus complejos, sus limitaciones… simplemente donde más le duele. Y ese miedo creado, es igualmente fácil de extender al resto de individuos.

Hoy, al igual que mucha gente, sigo mudo, debido a que las grandes fuerzas… el Gobierno, los presidentes, la gente de renombre… deciden hablar por todos nosotros tomándose la libertad de decidir qué es lo que debemos pensar y cómo lo vamos a sobrellevar. Somos mudos, y lo tenemos que aceptar. Callan nuestras palabras, pero de ningún modo podrán callar nunca nuestra expresión. No nos escuchan, pero nos ven actuar. No nos dirigen la mirada, pero nos manifestamos. No conocen nuestros deseos, pero luchamos por ellos. Y todo aquel que, por cualquier motivo, decide callar, en el fondo otorga.

Es por ello que, como mudos irreverentes que en definitiva somos, hemos de actuar como aquellos niños que tiempo atrás expresaban todo cuánto sentían, desde la más profunda sinceridad y sensibilidad. Relacionando esa inocencia infantil, con nuestro razonamiento conseguido hasta la actualidad, creo firmemente en la capacidad humana de romper los esquemas de la sociedad que tanto daño hacen y que tantas bocas callan.

No tenemos voz, pero se nos oye.

Álvaro Valadés.

martes, 11 de septiembre de 2012

Reportaje: Universitarios españoles. ¿Futuros emigrantes?

Con mi primer video-reportaje estreno la nueva sección del blog especialmente dedicada a proyectos audiovisuales "Grabando", con el mismo fin y respeto que siempre. Espero vuestra opinión ;)

PARA VERLO, PINCHA AQUÍ:
http://alvalpaper.blogspot.com.es/p/grabando.html

martes, 28 de agosto de 2012

Ruedas.

De vez en cuando pienso que si tuviese que, por un momento, trasladarme al cuerpo de otra persona, sin duda el sujeto que elegiría sería, entre algunos otros, el de una persona discapacitada. Partiendo de esta ocurrencia, me convertiría en alguien con unos sentimientos muy similares a los que voy a relatar:

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Si ya de por si hay situaciones en las que todos nos sentimos inferiores, reducidos, más pequeños que los que nos rodean, creed lo desgarrador que es ver la vida a un nivel inferior. Todo demasiado grande, demasiado alto o demasiado pesado para llegar a soportarlo… Y es que todo se ve mucho más inalcanzable desde una silla de ruedas.

A primera vista, para ti soy una persona inválida, que trasladado a la definición de la misma palabra, se traduciría en: Persona que tiene impedida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales. Pero, ¿cuáles son esas actividades normales? Llevo desde los dos años con esta discapacidad. Para mi normal es rodar, no caminar; ir sentado, no ir de pie… si el propio término de mi invalidez me excluye como alguien dentro de la normalidad, entonces entiendo que lo que tú puedes ver sea tan distinto de lo que veo yo.

Con frecuencia todo el mundo es hospitalario con alguien en mis circunstancias. Siento un enorme agradecimiento ante esa gente que me alza para cruzar un bordillo o me acompaña por una salida de metro. Pero no siempre esa hospitalidad se traduce en alegría. Para mi es frustrante sentir que no soy “yo, una persona en sí misma”. Sino “yo, y mis terceras personas”.  Me encantaría sentir ese placer de bailar y mover mis piernas a un compás o patear un balón y lanzarlo tan lejos como pueda. Mis limitaciones existen, pero yo no las concibo como tal. Y más aún, odio que los demás las vean y las oculten tendiendo una mano. Esa mano puede salvarme la vida, pero no soy un títere que dependa de un titiritero.

No bajaré escaleras, no daré un paso adelante, no correré, no patalearé, no saltaré, no nadaré… pero todo eso son cosas innecesarias, porque gracias a mi lucha, todos mis sueños, mis aspiraciones, mis metas, os parecerá increíble, pero las he logrado. Siempre soñé con ser intérprete y cantante, y hoy puedo decir con orgullo que lo soy. Soy felíz, siempre lo he sido, jamás vi mi discapacidad como una limitación, y debido a ello, he llegado a ser quien soy.

Quisiera reflejar un mensaje muy claro con esta reflexión. “Inválido” es solo una palabra que nos diferencia de los demás, pero ello no indica que seamos exactamente lo contrario a alguien “válido”. Gracias a toda la gente querida que me rodea todo ha sido mucho más fácil en mi vida. Pero mis ruedas son mi verdadera y mejor arma, y del resto, ya me ocupo yo.


La experiencia de una discapacidad no es algo que se elija por las buenas, pero ponerse en la piel de alguien ayuda a comprender como puede cambiar una visión de la vida, y volverse sorprendentemente mucho más tierna.

-Esta crítica ha sido escrita en base a las palabras de Ali Stroker, discapacitada de cintura para abajo desde temprana edad, y hoy en día artista procedente del “reality” norteamericano de talentos Glee Project.-

Álvaro Valadés.

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viernes, 27 de julio de 2012

Cincuenta y cuatro.



No se trata de de mi número favorito ni de los años que tengo, a la primera la respuesta es cuatro y a la segunda, dieciocho. Cincuenta y cuatro son los kilos que peso desde hace unos años y que no tienen pinta de cambiar durante los próximos.

Aparentemente es un buen peso. ¡Cuántas personas lo desearían! La sociedad tiene muy jodidamente marcados los cánones de peso y estatura ideales para cada edad y sexo, dando por hecho que sobrepasar los 70 kilos es ir entrando en la gordura. Por este motivo las personas siguen rigurosas dietas de adelgazamiento, sufren vaivenes de autoestima, depresiones... convierten el espejo y la báscula en sus peores enemigos. Cabe entonces pensar que esos cincuenta y cuatro envidiables kilos son idóneos para todo amante de la figura diez. Pero siento decir que estáis todos engañados.

Una vez más intentando crear conciencia de delgadez, la publicidad nos ha vuelto a engañar. Nadie es perfecto, y no solo la gente gorda lo pasa mal. ¿Alguien se acuerda de los delgados? Y matizo… ¡los muy delgados!... yo soy uno de ellos, y os puedo asegurar que la delgadez poca gente la toma en serio, pudiendo llegar a ser un problema tan grave como pesar lo que nadie sabe… ¡qué injusto que se propaguen cientos de dietas para adelgazar y cero para engordar! Si se trata de una cuestión de salud, ¿por qué no se atienden a ambos extremos? Os voy a decir por qué, porque nuestra salud a la publicidad le importa lo que viene siendo una absoluta mierda. No miran cuántos problemas de peso pueden reducir, sino a cuántos se pueden meter en el bolsillo con sus productos. ¿Qué estamos haciendo entonces? ¿Ceder ante el chantaje emocional de los medios?

Por ser más ancha que la modelo del Pull and Bear no vas a tener menos oportunidad de lucir su ropa, ni por ser más estrecho que el tío que tienen en portada vas a parecer un esqueleto. Hay unos límites por encima y por debajo de los cuales nuestra salud corre peligro, pero sin sobrepasarlos, tenemos que admitir que no todo el mundo tenemos la misma constitución y no por ello somos inferiores.

Gente de talla y peso modélico hay poca, gente normal, con nuestros más y nuestros menos, somos el resto del mundo. ¿Y qué? ¿Voy a esforzarme por que la báscula me diga lo que quiero ver…? yo personalmente estoy sano y me veo bien, así que no, ni lo voy a intentar. El número cincuenta y cuatro es bajo, pero es el mío. Si en algún momento aumento de masa muscular y engordo, bienvenido sea, pero crearme un complejo que beneficie a las empresas antes que a mí, ¡eso ni de coña!

Luce tu estilo como se merece. Los kilos físicos quedan en segundo lugar cuando lo que más pesa es la personalidad.


Alvalpaper.


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martes, 28 de febrero de 2012

Mamá, papá... he dado positivo.

 Nunca tuve la intención de convertirme en un prototipo humano, tan solo pedía una base de respeto. Siempre fui educado bajo el lema "Aprende a ser tú mismo", pero nunca se me informó de la gravedad que suponía afrontar el reto. No se trata de ignorancia de ser, sino de querer parecer. Y muchas veces, el resultado de lo que pensamos no es más que la sutil creación de una limpia y puritana sociedad. Y yo siempre me creí formar parte de los limpios, antes de descubrir que la limpieza no se consigue solo con jabón.
 Ese virus ha conseguido destrozarme mamá, pero te juro que nunca me acerqué a una jeringuilla, papá. Ya no quiero seguir siendo engañado... esa cruz no simboliza la consecuencia de una vida en la droga, en mi caso no, sino el precio que injustamente debo pagar por haber querido a alguien como nadie comprendería nunca. Hoy dirían que no queda nada de aquel amor, a excepción de ese fallo positivo... que convierte personas, que destroza pasiones y que representa una realidad que por poco que se quiera asimilar, existe.

Es un mal que engaña, sonrisa de portada y puñalada de interior. Pero no creáis que es más poderoso el virus que mata las defensas que el que pasa de boca en boca, como una epidemia lingüística traducida en miradas despreciativas, insultos gratuitos y marginación injustificada. He conocido gente en mis mismas circunstancias y eso me ha ayudado a comprender que no existe una generalización que justifique la causas de esta enfermedad. ¿Mala vida?... en mi caso más bien la más injusta de las condenas: haber amado.

Nunca se sabe cuál es la peor droga, ni el peor error... y todos creen comprender el significado de las tres siglas del VIH, aunque nunca entenderán lo duro que se hace soportar que esa cruz vaya a marcar toda tu vida, hasta su fin, por causa inevitable. Si me miráis y veis solo un infectado, rendid mejor cuenta a lo que veis, porque la sangre enferma, es la más roja de todas. 


Podrán romper mi vida antes de que lo haga la propia enfermedad, lo que nadie romperá jamás, es mi esperanza de que este virus que corre por mis venas, no refleje más que un paso hacia la tolerancia de su, en una enorme parte, inocente colectivo.

Mamá, papá... tengo SIDA.



(El contenido de esta entrada es ficticio).
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domingo, 11 de diciembre de 2011

Lo llaman amor y se está riendo en nuestra cara.

Mecaniza funciones. Se impulsa, nos impulsa. Nace, crece, crece más y un día desaparece. Visto de esa forma no es más que una pequeña vida que nace en nuestro interior, y como todo ente vivo, se desarrolla en virtud de su propio interés, destrozándote vivo, sin importarle sus efectos… es “amor” la bonita definición con que lo llaman, pero de buena tiene más bien poco.



Amar es algo mucho más profundo que una enfermedad y mucho más incurable. Cuando se ama, -pero se ama de verdad-; el corazón cambia, la mente cambia, el cuerpo cambia, los sentimientos cambian, nuestra forma de actuar cambia… cuando amamos mucho más, incluso nos vamos de casa, dejamos a nuestra familia y amigos, a veces hasta cambiamos de país… ¿hay acaso algo que quede intacto tras haberse enamorado? Pues existe algo que todos conocemos y nunca damos importancia, demostrando aun más si cabe, la maldad del amor: nuestro pasado.

¡Podemos olvidar presente y futuro!... que si nos desprendemos tan fácilmente de la importancia que tiene nuestro pasado jamás conseguiremos ser enteramente nosotros. Tú puedes rehuir de lo que te de la gana con cualquier motivo, pero hacerlo de tu pasado me parece absolutamente injustificable. ¿Tiene el amor la culpa de este tremendo error?

Sería muy fácil decir que sí. Pero siento admitir, que ningún ente ni Dios colocó un sentimiento amoroso capaz de destruir nuestras vidas dentro de nuestras almas… somos nosotros los que disfrutamos cargándonoslo. Y los que con el paso del tiempo, lo seguiremos haciendo, imitándonos unos de otros, como una gran moda. Diciendo adiós a todo aquello que te permitió conocer eso que ahora llamas amor y de lo que tan orgulloso te sientes; quemando recuerdos, personas, lugares y valores que antes de caer en la enfermedad te definían. Tapando tus ojos ante la realidad de la dependencia.

¿Es necesario de verdad disponer de esa persona que complemente todas tus malditas penas y alegrías? … Me haría tan feliz decir que no es así… hemos sido creados para vivir solos, independientes y felices, pero me temo que la realidad es que la sociedad ha vuelto a hacer de las suyas, haciendo de los humanos seres que solo “son con otro ser a su lado. Con tan tremenda necesidad, que si no es así, la especie humana no podría siquiera continuar…

Hombre y mujer, mujer y hombre. Amor. Siento tanta contrariedad ante la situación… que no puedo evitar sentir impotencia al no ser capaz de hacer entender a la vida que no es esa definición de “amor” lo que se ha estipulado, sino normas y normas ridículas, que maquillan algo tan sencillo como la necesidad de ser querido por el resto de los humanos que, a pesar de tanta compañía, se sienten tan indeseados y solos como tú. ¿Estoy entonces, en contra del amor? En absoluto. ¡Viva el Amor! Pero no por el hecho de que la sociedad decida que hay que tenerlo, y no solo eso, sino también con qué prototipo y cómo disfrutarlo.

Por lo tanto, no vale la pena llorar por un amor perdido, una persona que nunca alcanzarás o una situación de soledad… porque nada de lo que un colectivo social haya impuesto es superior al poder de la naturaleza. Ni por mucho que “lo que llaman amor” se ría de ti en tu cara, serás un infeliz más. En absoluto.
Si por cada pareja de falsos enamorados se aumentase un día de vida, apuesto a que más de la mitad se volvían inmortales. Con esto quiero decir que hablamos de amor en todo momento, para referirnos a lo que se supone que debe ser, no a lo que en realidad es; un sentimiento que nos mantiene vivos. Sin edad, momento en el que llegue, ni sexo ni religión. Y hacer de él un protocolo establecido me parece el peor modo de manchar su nombre.

El secreto reside en confiar más en la vida que en los comportamientos estipulados por una sociedad. Y sé que es posible lograrlo, porque en el fondo, todos estamos destinados a vivir en base a nuestra propia naturaleza. Y eso es una obviedad que nadie podrá rebatir… por mucho que crea que ha amado.

Alvalpaper.

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lunes, 24 de octubre de 2011

Carta a mi hijo:


Te escribo esta carta, a ti, aquí y ahora, desde mi realidad actual, en un momento en el que cualquier decisión que tome podría repercutir en que tú existas o no… ser o no padre. Lo hago porque, mucho antes de disponerme a decidir, y que esa elección vaya a condicionar el resto de mi vida… necesito asegurarme de que al menos recibirás mi primera y quizá última lección paterna; una lección de vida y de supervivencia. Una lección de amor.


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Antes de nada, advertirte que el privilegio de existir no será fácil. Absolutamente todo detalle marcará tu existencia. Desde el punto geográfico en que pongas tu recién nacido piececito; -sea con suerte un país desarrollado, o por desgracia uno de los muchos donde la miseria devora cada día cientos de inocentes almas- hasta el momento de tu adiós, cada una de tus decisiones irán formando tu camino.

Muchos en el llamado “mundo” intentarán hacerte ver que la Tierra es un lugar donde predomina la suerte, el éxito y el poder. Y te indicarán, como únicos medios para lograrlo; la obtención de dinero, tu preocupación frente a la de los demás, la codicia, la hipocresía… y un enorme cúmulo de horribles metas que solo te conducirán por el sendero que a ellos les conviene que tomes. Como a un títere, te manipularán cientos de veces. Incluso la gente que más te llegue a querer, sin darse cuenta, te aconsejarán seguir ese camino predominante. Por eso te pido, que de ese enorme muro contra el que no puedas evitar muchas veces chocarte, vayas con cada error, quitando una de las rocas que lo configuran. Y así algún día, habrás logrado algo por lo que todo ser humano vela; conseguir todo lo que te propongas, sin dejar de ser tú mismo el que lo decida. Habrás vencido entonces, a la manipulación.

Existe en ese lugar llamado Mundo, un valor muy codiciado por todo aquel que se precie a considerarse humano; lo llaman Amor. Se supone que es la razón definitiva que da sentido a toda tu vida, y lo es. Pero como todo gran deseo, los humanos pagan un duro precio por conseguirlo. Algunos conocen a alguien y dejan de ser ellos mismos, dejan a sus amigos, a sus familias y todo lo que anteriormente supuso amor, por darlo todo a uno nuevo. Generalmente esas personas pierden más de lo que ganan, porque muchas veces, el amor único se apaga, y es entonces cuando necesitas algo más. Por eso, tú nunca des de lado lo que te ha dado tanto por algo nuevo que piensas que te dará más, pues de no ser por lo anterior, nunca habrías llegado a lo que tienes ahora.

Realiza metas, cumple sueños, admira personalidades, pero nunca personas. Ni ídolos,  ni mentalidades, ni genios, ni siquiera a Dios. Admira solo aquello que puedas crear tú mismo, en base a lo que te rodea, sin dejar de lado la originalidad que posees.

No oigas ruidos, escucha voces. Ruidos serán las patéticas críticas sin fundamento, voces serán los instintos que te lleven a hacer grandes cosas. Nacerás diferente y crecerás viéndote así, enseña a todo el mundo que la distinción nunca fue un error, hazles ver todo lo que la sociedad ha tomado como bueno siendo estúpido… vive tu verdad, y no dejes que nadie te imponga la suya.
Siéntete orgulloso de quién te consideras, y hazte considerar. ¿Cómo? Tomando cada momento como una experiencia. Valorando no solo tu particularidad, sino también la de los demás. No dejes de alzar la voz para poner punto final a los patéticos complejos.

No olvides que no existen ni las etnias, ni los tontos, ni los listos, ni las putas, ni los homosexuales, ni los válidos, ni los mierdas, ni los emos, ni las feas… solo existen los humanos. Ya que fueron ellos los que, una vez ya creados, decidieron tomarse la libertad de crear esas etiquetas. Y si alguna vez te dan de lado, piensa que al otro lado se abrirá un nuevo sendero en el que podrás encontrar nuevas personas, quizá mejores y más verdaderas.

Lucha por tus derechos y cuida todo lo que esté a tu alcance. Y cuando, a lo largo del camino, te preguntes por un sentimiento llamado Felicidad, recuerda: esa meta no es más que la maqueta de un mundo perfecto. Pero lo perfecto es inexistente y siempre te faltará algo. Por eso, siéntete completo con lo que posees sin culparte por no haber podido conseguir más.

Mientras tengas presente todos estos valores. Mientras sigas tus propias metas. Mientras tú te sientas una persona 10… el resto de cosas llegarán por sí solas. Porque en ese mundo que estás a punto de descubrir, solo hay una cosa indispensable para ser feliz: creer en lo que puedes llegar a  lograr.

No dejes de creer en tu valía, y yo nunca dejaré de quererte. Porque da igual como seas y quien seas… para mí, siempre serás mi hijo.

                                                                                                        Tu, quizá algún día, padre.

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Alvalpaper.

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miércoles, 5 de octubre de 2011

Tribus urbanas. ¿Personalidad o ingenuidad?

En contraposición a lo políticamente correcto, cierto día de cierto año -no muy lejano-, nacieron las hoy llamadas tribus urbanas, como un modo de acabar con las barreras que durante tanto tiempo han retenido las personalidades de cada una de esas personas que sienten la enorme necesidad de expresar, con el orgullo bien alto, sus claras diferencias respecto a la mayor parte del mundo…

Pero, y esas diferencias, ¿son realmente intelectuales… o son la mera excusa de una fachada con la que pedir a gritos una llamada de atención social?
¿Son esas “tribus” una realidad personal o una rebeldía adolescente? ¿Existe algún tipo de “necesidad de pertenencia a un grupo” detrás de tanta ideología? …

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Hipsters, Emos, Pokeros, Pijos, Frikis, Góticos, Hippies, Skas, Moderns… decenas de acepciones para designar lo que muchos acaban resumiendo en una: “raros”. En mi opinión es sencillo caer en esa conclusión; las personas tendemos a repeler o considerar incorrecto aquello que desconocemos o malinterpretamos. Tanto es así que personalmente me cabrea caer en ese error. Pero siento deciros a todos que os equivocáis enormemente al llamarles raros… hoy en día, ser “una tribu”, es como ser propaganda de una determinada estética social, y serlo está hoy en día tan expandido que al final ser uno mismo es lo verdaderamente extraño…

Me voy a permitir el lujo de interpretar que los adolescentes sufrimos una enorme dependencia de gente con la que identificarnos. Pero, evidentemente, nunca vale cualquier gente… es importante compartir con ella no solo gustos, sino también ideas, modos de vida e indudablemente cariño. Esta ha sido siempre la norma básica para diferenciar la compatibilidad con las personas pero, ¿son entonces necesarios los “estilos?

Cuando una persona dice: “Soy yo mismo…”, que yo sepa nunca fue válido acompañar la frase con… “…por eso pertenezco a una tribu urbana”. Existe por tanto, una enorme confusión entre lo que simboliza una vestimenta, música y gustos determinados con la realidad interna de una persona, lo cual, evidentemente, lleva también a la confusión de las falsas apariencias. Porque ser emo no te convierte en un suicida, ni ser pijo en un niño consentido, ni ser modern en una puta… son solo algunos ejemplos de las horribles etiquetas que crea el hecho de encerrarse en una apariencia, la cual, además, no aportará más que una felicidad temporal. Solo hasta el momento en que nazca una nueva “tribu” que infravalore la anterior.

Volvemos sin darnos ni cuenta a ceder ante la publicidad, en este caso humana. Es muy triste pensar que estamos tan condicionados por los grupos musicales, la política y lo la sociedad dictamina, que llegamos al punto de disfrazarnos de grupos sociales con unas libertades que nos gustaría tener, y no tenemos, por parecer que nada va con nosotros… Demostrando con más evidencia que nunca, la vulnerabilidad adolescente.

Seamos sinceros… es una enorme contradicción formar parte de una tribu urbana por defender una personalidad, cuando realmente el mero hecho de adaptarse a un conjunto de ideologías y físicos determinados, por diferentes que sean, ya suponen un abandono a la personalidad propia.

Tribus… tan respetadas como malinterpretadas… Lo que sí es seguro es que las personas somos diferentes, y por mucho que intentemos que no sea así, es algo innato. Ya podemos crear tribus, sociedades y ajustarnos a cualquier costumbrismo, que siempre habrá alguien que no se sienta identificado con ello. ¿Es entonces tan difícil aceptar que somos humanos con miles de características diferentes? ¿Cuál es la poderosa fuerza que nos impulsa a vendernos a un grupo social? …

 Quizá el simple hecho de pertenecer a un grupo de gente que te comprende, es suficiente para sobrevivir en un mundo obcecado en un comportamiento impuesto y ello explique ese por qué de la difusión de tribus sociales… entonces, si ni el mundo ni los grupos sociales consiguen identificarnos... ¿Cuál es la solución?...

Realmente no hay más que una:
 No dejes que ni el mundo, ni la sociedad… consigan atraparte.


Alvalpaper.

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lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Tú y quién más?



Tienes 400 amigos en tuenti, 500 en facebook y cientos -sino miles- de followers. Llevas toda la vida planeando como divertirte en sociedad. Tienes miles de fotos, varias con cada una de las personas que llenan tu vida.  Día a día te rodeas de cientos de personas… en el instituto, en la calle, a través de redes sociales… vives demasiado ocupado para dejar un solo momento en el que darte cuenta de que, de todos ellos, solo hay uno que es segurísimo de verdad, y solo hay uno que se engaña al creer en cada uno de los 500 usuarios: Tú mismo.

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La amistad es algo curiosamente indefinible. Es un error utilizarla con el sustantivo “siempre”, pero tampoco es justo definirla como “prescindible”. De modo, que se podría decir que es algo necesario, pero pasajero. Aunque realmente qué es lo pasajero… ¿la amistad, o los amigos?

Ante esta cuestión puede haber polémica… para mí, "amigos" son muchos, soy inocente, y puedo llegar a llamar “amigo” a mucha gente que sé que en un tiempo límite va a desaparecer. Lo sé pero aun así los considero, ¿por qué? Porque de aquí parte la necesidad de la palabra amistad; un pequeño grupo de personas encargadas de ser tu incondicional apoyo. De este modo, tener amigos es algo divertido, positivo, y en resumen, confortable. Pero la amistad no se basa en eso… la amistad propiamente dicha, es algo difícil… dura de mantener, y no siempre trae consigo placer. Por eso pocos la conservan… y de ahí nace la diferencia entre los amigos (temporales) y esos prácticamente innombrables que perdurarán siempre. ¿Es entonces imposible tener mucha amistad? Recalcando el término “mucha”, naturalmente que sí. Y quien hoy por hoy defienda lo contrario, se dará cuenta de su error.

¿Estoy con esto defendiendo la centralidad en solo dos amigos, por miedo a perder el resto? En absoluto. Cuántas más personas se conozca, en el buen y el mal sentido, más maduro y fuerte se volverá uno. Pero esto es muchas veces, sobretodo hoy en día con la enorme difusión de las redes sociales, malinterpretado. Cuentas con el apoyo y la confianza de cientos de personas, compartes tu vida con todas ellas, saben de tí más de lo que deberían, y en un momento clave te decepcionan.

Si yo te lanzo esta pregunta, y tú eres honesto, ¿qué me contestas? :
-“¿Cuántos amigos tienes?”

¿Alguna vez te lo has planteado? No lo hagas. Es una pregunta prácticamente retórica, JAMÁS vas a encontrar respuesta. Y cuándo creas que la tienes, la replantearás un largo tiempo después y muchos de esos nombres, o bien desaparecerán, o serán modificados. De hecho, unas veces saldrán más… otras veces menos… unas veces querrás levantar más dedos… y otras desearás cortar algunos que han enfermado… A pesar de todo, también existirá uno o un par de nombres que guardará tu corazón durante mucho tiempo… (recuerdo que “siempre” es una palabra trampa).

Habiendo reflexionado acerca de todo esto, estando a favor o en contra… en mejor o peor momento… nerviosos o calmados... y pensando o no durante todo el post en algunos nombres en concreto… ¿qué es lo que debemos hacer? O mejor planteado… ¿qué es lo que queremos hacer? ¿Nos conformamos con la facilidad de agregar colegas en una red social?

“Amigos”… siempre me han enseñado que seguir el camino difícil a veces trae consigo pequeñas cosas que perder hasta llegar a la meta… pero que cuando lo consigues, la fuerza y la sabiduría que ganas es incomparable a los absurdos logros del camino fácil. Yo tengo una cosa clara, mis verdaderos amigos… esos que no sé de qué manera llamar, los que han sido, los que son y los que serán, ahora mismo son menos de 4. Y puede que también sean solo temporales a pesar de lo mucho que hoy daría por ellos… pero también hay que dejar hueco a los que estén por venir… no dejaré de buscar, puesto que la vida no deja de ser una ruleta de oportunidades, con sus virtudes y sus equivocaciones

 Pero solo disponemos de una vida, y de un único corazón. Y cuándo el corazón decide a quienes querer con él, da igual lo que venga… Habrá merecido la pena experimentarlo y sentirlo y aquí si que digo que SIEMPRE.

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Aprovecho para dar mi más sincero agradecimiento a esos pocos que saben -y sé que son- insustituiblemente: mis amigos.

“One friend, one treasure”

Alvalpaper.


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