viernes, 27 de julio de 2012

Cincuenta y cuatro.



No se trata de de mi número favorito ni de los años que tengo, a la primera la respuesta es cuatro y a la segunda, dieciocho. Cincuenta y cuatro son los kilos que peso desde hace unos años y que no tienen pinta de cambiar durante los próximos.

Aparentemente es un buen peso. ¡Cuántas personas lo desearían! La sociedad tiene muy jodidamente marcados los cánones de peso y estatura ideales para cada edad y sexo, dando por hecho que sobrepasar los 70 kilos es ir entrando en la gordura. Por este motivo las personas siguen rigurosas dietas de adelgazamiento, sufren vaivenes de autoestima, depresiones... convierten el espejo y la báscula en sus peores enemigos. Cabe entonces pensar que esos cincuenta y cuatro envidiables kilos son idóneos para todo amante de la figura diez. Pero siento decir que estáis todos engañados.

Una vez más intentando crear conciencia de delgadez, la publicidad nos ha vuelto a engañar. Nadie es perfecto, y no solo la gente gorda lo pasa mal. ¿Alguien se acuerda de los delgados? Y matizo… ¡los muy delgados!... yo soy uno de ellos, y os puedo asegurar que la delgadez poca gente la toma en serio, pudiendo llegar a ser un problema tan grave como pesar lo que nadie sabe… ¡qué injusto que se propaguen cientos de dietas para adelgazar y cero para engordar! Si se trata de una cuestión de salud, ¿por qué no se atienden a ambos extremos? Os voy a decir por qué, porque nuestra salud a la publicidad le importa lo que viene siendo una absoluta mierda. No miran cuántos problemas de peso pueden reducir, sino a cuántos se pueden meter en el bolsillo con sus productos. ¿Qué estamos haciendo entonces? ¿Ceder ante el chantaje emocional de los medios?

Por ser más ancha que la modelo del Pull and Bear no vas a tener menos oportunidad de lucir su ropa, ni por ser más estrecho que el tío que tienen en portada vas a parecer un esqueleto. Hay unos límites por encima y por debajo de los cuales nuestra salud corre peligro, pero sin sobrepasarlos, tenemos que admitir que no todo el mundo tenemos la misma constitución y no por ello somos inferiores.

Gente de talla y peso modélico hay poca, gente normal, con nuestros más y nuestros menos, somos el resto del mundo. ¿Y qué? ¿Voy a esforzarme por que la báscula me diga lo que quiero ver…? yo personalmente estoy sano y me veo bien, así que no, ni lo voy a intentar. El número cincuenta y cuatro es bajo, pero es el mío. Si en algún momento aumento de masa muscular y engordo, bienvenido sea, pero crearme un complejo que beneficie a las empresas antes que a mí, ¡eso ni de coña!

Luce tu estilo como se merece. Los kilos físicos quedan en segundo lugar cuando lo que más pesa es la personalidad.


Alvalpaper.


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