lunes, 6 de abril de 2015

De mayor quiero seguir siendo...

"Querida Mamá, tengo que decirte una cosa que nunca te he contado: ¡de mayor voy a ser actor! Voy a interpretar películas, dramas y comedias, personajes de Disney y de Hollywood, espectáculos musicales. Te juro que me esforzaré por seguir aprobando Matemáticas y que te nombraré durante mi discurso de los Óscar... pero, por favor, apúntame a teatro en el cole".


Al día siguiente, tras salir del colegio, vi que mi madre había respondido mi carta: "Sueña, lucha, y siempre podrás ser lo que quieras, cariño". Y esa misma tarde, un ilusionado niño de diez años se convirtió en actor de cine.



La sociedad, la televisión y la década de los 2000 arraigó con tesón durante los próximos años. Me convertí en un chico lleno de aspiraciones y metas, de afición a la comunicación y a la cultura pop, de vida social y de ocio. Me llené. Y a mi alrededor toda una generación de niños pokémon estaba evolucionando, llenándose de vida, de influencias televisivas y de marcas americanas.
En este contexto, la televisión continuaba creciendo como fuente de conocimiento para los jóvenes. Algunos de los que allí debatían, hablaban de crisis y de "necesidad de expectativas reales entre los estudiantes". Por aquel entonces, mi situación sentimental había cambiado, el instituto se convirtió en un lugar de incomprensión, me di cuenta de que mi sexualidad no era la que mi madre hubiera preferido y que, en el mundo real, las minorías nunca habían sido bien aceptadas. Me miré al espejo y ya no era el niño despreocupado y repleto de ansias de triunfar. Pensé que ya había actuado suficiente, y que la representación debía ser modificada. Por lo que mi primera casilla a la hora de elegir un grado universitario fue finalmente periodismo.

Amaba mi carrera y lo cierto es que mis notas eran excelentes, quizá por ello, el tercer año me concedieron una beca Erasmus para estudiar un año en Bruselas. Los primeros meses los pasé agobiado pensando en lo dura que era mi vida allí, y lo insalvables que iban a ser las asignaturas ese año. Los kilómetros no suponían ya solo una barrera física sino también psicológica. Mi abuela enfermó de cáncer y se elevó a una situación complicada, mi padre sentía que su trabajo iba a acabar con su felicidad, una persona me hizo daño por no ser "suficiente atractivo" y lo que hacía con mi vida no me llenaba en absoluto. Lo que toda mi infancia creí poder conseguir se vio truncado por la realidad. Una noche me acosté pensando lo que hubiera pensado de mí ese yo de diez años, y caí en que al menos, había hecho lo posible por ser yo.




El día de mi vigésimoprimer aniversario me dieron la noticia de que había aprobado todas las asignaturas, y tras mucho tiempo pensando que no valía la pena, una persona sinceró sus sentimientos conmigo. Se lo conté a mi madre, y me envió una foto por WhatsApp. Era yo de pequeño, vestido de arlequín para una de mis funciones de teatro. La foto incluía un pie: 



"Soñaste, luchaste y lo conseguiste, cariño". 

Y por eso hoy escribo lo que, si volviera atrás en el tiempo, me diría a mi mismo:"De mayor quiero seguir siendo. Quiero seguir siendo yo. Seguir siendo la persona que vive el amor a su manera, que sabe que puede hacer feliz a su familia con solo enviarles un "Os Quiero, os echo de menos" cada noche, que interpreta el periodismo como una responsabilidad social, que viaja sabiendo que es lo único por lo que pagando se sale ganando. Quiero seguir siendo el que cree en la magia del amor, en el poder del cine y la importancia del teatro. El que evita las relaciones complicadas porque en ellas se siente inseguro, y el que prefiere una cafetería de risas a una noche desenfrenada. Quiero seguir siendo. Seguir siendo el mejor amigo de mi mejor amiga, seguir reivindicando lo que considero injusto, y respetando lo que desconozco...

Quiero seguir siendo lo mejor del niño Álvaro Valadés. 
Y por eso sigo viendo películas de Disney".


martes, 1 de abril de 2014

God Save The Human 2.0

Hay momentos en la vida en que la inspiración se convierte en tu aliada, y otros en los que por más que la buscas, ésta última parece quedarse rezagada en momentos, personas y épocas difíciles. O menos fáciles.

Afortunadamente, todo llega y todo pasa. Y por eso vuelvo a la carga con los artículos críticos, y con una novedad: enorgullecerme al presentaros con una amplia sonrisa en mi cara y otra igual de grande dentro de mí, el nuevo proyecto cultural que estoy emprendiendo con el acompañamiento de mi amiga y compañera Esperanza Pavón: el personaje Freddie Hepburn. Presentaros esto dice mucho más de mí de lo que muchos pudieran imaginar.

Solo me queda daros las gracias a los que seguís ahí, y a los que os incorporéis ahora... no se me ocurre mejor manera de daros la bienvenida que con este avance audiovisual:



A todos, gracias.

Álvaro Valadés.



jueves, 20 de junio de 2013

Las vacaciones son para los ricos.



La crisis obliga a modificar los planes vacacionales de los españoles de clase media, mientras que la clase alta mantiene sus expectativas.

   Los ingresos hoteleros disminuyen un 11,0% en 2013 respecto a años anteriores.

     El famoso lema “Spain is different” parece haber dejado atrás su efectividad, puesto que en el presente año 2013 en pleno contexto de crisis y de incierto futuro laboral, las vacaciones son un privilegio cada vez más inaccesible para los españoles, además de un reclamo menos atractivo para los extranjeros. Es por ello que el sector turístico amenaza con dejar de ser el principal motor de la economía española para convertirse en un afectado más de las consecuencias de la crisis, la cual no afecta solo a los viajeros, sino también a los ingresos hoteleros y a sus empleados, así como a las agencias de viajes.
  
   Hace unos años, el turismo en España llegó a alcanzar cifras máximas de 55.700 millones de euros gracias a la llegada de 58 millones de visitantes, según datos del Ministerio de Turismo, Industria y Energía recogidos en 2011. No obstante, durante los últimos años, este sector privilegiado también ha comenzado a sufrir una recesión que está conllevando a un progresivo gasto del dinero conseguido. Respecto a estos datos, un estudio realizado por el INE (Instituto Nacional de Estadística) recoge que en lo que llevamos de 2013 ya se ha producido un 11% menos de ingresos en los hoteles más frecuentados de Madrid, Cataluña y Canarias, los tres destinos turísticos preferidos por los turistas extranjeros. De igual manera, publica las cifras de ocupación hotelera de los últimos meses de Semana Santa 2013, que registran que más de un 50% de las habitaciones quedaron desocupadas.

La alta clase no tolera un detrimento de la calidad del hotel en que se hospeda.

   “Nuestro hotel está catalogado como alta clase”, dice una fuente anónima del Hotel Emperador de la Gran Vía madrileña, “los sectores que tienen dinero siguen viajando exactamente igual que lo hacían antes, mientras que la clase media ahora se hospeda en tres estrellas o directamente no se desplaza a hoteles céntricos”. Los turistas extranjeros que vienen a nuestro país se decantan por hoteles más económicos y funcionales que por el lujo, ello se debe a que, con la crisis, se han visto obligados a reducir los precios de estancia por noche, así como los suplementos por temporada y servicio de comida.   “Antes, los turistas venían en los puentes, incluso gente española durante la Semana Santa, y ahora en lugar de alojarse la semana entera vienen dos días, o ni vienen. De modo que lo que más se ha notado en el Hotel Emperador es un reducimiento de estancia”, explica.
   Como consecuencia, esta reducción de precios influye negativamente sobre la visión que los turistas tienen del hotel de lujo en España, dado que su bajada de coste se relaciona con un detrimento de su calidad. “Bajar nuestros precios no es la solución” declara la misma fuente del Emperador, “ya que si bajas el precio de un hotel de lujo, también bajas su categoría, y eso el cliente lo percibe. Por tanto, la relación calidad-precio se ve afectada”.
   Javier Calle, jefe de recepción del Hotel cuatro estrellas Preciados, coincide con esta opinión afirmando que no se trata de un problema de precios, sino de calidad.
Aclara que el hotel va bien, tiene mejor ocupación que antiguamente y mejor tarifa, no ha sufrido una notoria disminución en el número de huéspedes y, por tanto, la crisis no ha sido un factor de riesgo para ellos.
“El turismo español ha descendido y casi todo lo que tenemos, en un 90, 95% son gente de fuera de España”, sostiene “Lo que ha cambiado es que se ha producido un aumento del turismo extranjero mientras que el español, en nuestro hotel, al tener la tarifa un poco más alta, ha desaparecido. Pero los buenos hoteles, los de lujo, van bien”.
   Sin embargo, los establecimientos hoteleros más económicos de la misma Gran Vía contrastan notablemente su percepción como hotel funcional frente a la de los de alta clase. En el Hotel Senator, de tres estrellas, nos atiende su jefe de recepción, quien afirma que con la crisis el hotel ha experimentado una reducción de personal y de ingresos por la reducción de turistas hospedados este año. Los trabajadores del sector reconocen que sus puestos de empleo se tambalean de un día a otro, y reconocen la problemática que acarrea perder dinero de aquello que más economía aporta al país: el turismo.
   De igual manera, una recién desempleada de un hotel que se reconoce como una persona de clase media y con una familia a la que alimentar, declara “Llevaba más de veinte años trabajando para una famosa cadena hotelera, siempre ha sido económicamente solvente, pero durante los últimos dos años ya se estaban produciendo despidos en la plantilla y ampliación de jornadas con salarios congelados. La situación está claramente peor de lo que se piensa”.
 
La clase media se quedará en tierra durante la crisis.
  
Los turistas españoles que salieron al extranjero el pasado año 2012 gastaron 11.906 millones de auros en sus viajes, una cifra un 4,15% menor respecto al año anterior, y este año será aún superior. Son datos reflejados en la balanza de pagos del Banco de España.
   “Probablemente nos veamos obligados a cambiar nuestras vacaciones este año por culpa de la crisis. Tendremos que tirar del pueblo de la familia, ya que no podemos invertir tanto dinero en vacaciones” argumenta una pareja de trabajadores de salario medio. “El que tiene dinero, tiene dinero” sostiene otra pareja de jubilados, “pero el que no trabaja se ve obligado a adaptarse. No podemos salir de hotel porque todos esos políticos sinvergüenzas son los que se llevan nuestro dinero, así que, a falta de visitar otros países, siempre nos quedará nuestro apartamento de Torrevieja”.


Álvaro Valadés.
  

jueves, 9 de mayo de 2013

La educación del pueblo no se vende, se defiende.



Bajo frases como esta comparecen en las calles hoy los estudiantes de la universidad pública de nuestro país quienes, afectados por las medidas de educación endurecidas por su ministro José Ignacio Wert, han convocado una huelga de estudiantes y profesores de la pública en detrimento de las subidas de precio de las matrículas universitarias, la supresión de becas, el propuesto plan de estudios “LOMCE” y los recortes realizados a profesores universitarios.

Se trata de la segunda huelga convocada este año en favor de la enseñanza pública y contra sus recortes presupuestarios, los cuales, según fuentes recogidas del diario El País, “se elevan a 6.700 millones desde 2010”.  El Ministerio de Educación asegura que, según los datos recopilados hasta ahora de las comunidades, no llega al 20%. No obstante, el Sindicato de Estudiantes señala que el 90% de los alumnos han secundado la no asistencia a las aulas esta mañana de miércoles nueve de Mayo. Es por ello, que  facultades de universidades públicas españolas, como la de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, han sido esta mañana participes de la ausencia tanto estudiantil como del profesorado.

El Gobierno trata el tema de los recortes desde una perspectiva económica, obviando erróneamente que detrás de toda decisión de reajuste económico existe –o así debiera existir- una perspectiva moral. Nuestros políticos pretenden barrer los males del presente sin tener en cuenta sus consecuencias sobre el futuro, y es cierto que estamos hartos de repetir que se tenga en consideración el hecho de que los estudiantes de hoy seremos los trabajadores del mañana, los mismos que pagaremos las pensiones vitalicias de los políticos que hoy están arruinando nuestras expectativas; pero a pesar de todo grito de auxilio, estos parecen hacer oídos sordos a una multitud encolerizada como la que hoy se ha echado a la calle manifestando su derecho a una educación pública real.
 
Pero no solo el Ministerio parece dar la espalda a los estudiantes y profesores, sino que también el Partido Popular que gobierna nuestro país y que asegura “seguir trabajando por sacarlo adelante”,  se ha mostrado defensor de la reforma de Wert y, por consiguiente, opuesto a la decisión de ese aproximado 90 por ciento de los estudiantes universitarios que en la huelga convocada se ha mostrado detractor de los recortes educativos. En una rueda de prensa en la Cámara baja, La secretaria de Educación e Igualdad del Partido Popular, Sandra Moneo, ha afirmado que respeta la huelga convocada para hoy en la enseñanza pública pero ha dicho no compartir ninguno de los motivos argumentados para secundarla.

Otro verdadero “punto a favor” de nuestro competente Gobierno eso de ignorar la voz de miles de afectados por los recortes educativos, quienes junto con numerosos desahuciados, profesionales recortados en sanidad y otros 6 millones de parados aglutinan la contienda de toda esa masa de españoles que nos vemos avocados a un destino incierto y en manos de representantes que se encuentran muy lejos de salvar pronto la situación.

Álvaro Valadés.

martes, 9 de abril de 2013

La Reivindicación del Teatro Independiente. "Clot y Chof".



 Hoy en día las representaciones teatrales suponen un gasto desmesurado para una sociedad estancada en el mileurismo, los musicales han copado los inmoderados precios de venta de sus entradas y ante esta categoría adinerada que el propio teatro ha creado de sí mismo, los propios actores, los propios productores, los propios “amantes del arte de la interpretación”… resulta cada vez más lejos de la clase media el poder permitirse el lujo de disfrutar del mismo. Sin embargo, frente a tales indecentes empresas de teatro con el lucro económico como lema, existe una humilde, creativa y afortunadamente buena gama de teatros que representan obras del llamado “género independiente”. Independiente de las modas, independiente de la majestuosidad… pero muy ligado a la interpretación pura, dura y sin distracciones.



  Y entre estas, se encuentra Reacción Química, una compañía teatral que juega con este particular género a la hora de interpretar sus obras, las cuales gozan de una personalidad y originalidad claramente diferente a cualquier otra.


  De modo que de la mano de esta compañía, los amantes del teatro independiente, de la locura en plena escena y del sentimiento de no saber muy bien lo que ocurre están de enhorabuena con la llegada de‘Clot & Chof’, una obra teatral cuya representación tiene lugar cada semana en la sala Bululú de Madrid. Con ella su autor, Gorka González, nos sitúa en medio de una escena protagonizada por un Clot que no sabe si es un Chof –el propio Gorka González–, un Chof que quiere ser un Clot –África Amor–, un anónimo con afán de ser el centro de atención –Iker Capapay– y un actor que desea una perfecta interpretación –Alfonso Moreno–. Acompañados de estos pintorescos personajes, los espectadores se sumergen durante una hora en un ambiente de humor infantil en el que, sin embargo, se reflexionan cuestiones sociales en las que no falta un tono crítico al país y en especial, al mundo de la interpretación. Una obra en la que las unidades de tiempo y espacio desaparecen para otorgarle plena importancia a la acción, que mezcla escenas de humor visual, diversión, locura y monólogos existencialistas de los personajes, así como puntuales referencias al público que evidencian la capacidad de improvisación de sus actores. En virtud de ello, los juegos de iluminación son un punto fuerte en esta obra, dado que en ocasiones oscurecen la escena para iluminar la grada, algo poco usual en el teatro, lo cual convierte al espectador en el quinto protagonista de lo que acontece.



  “No es una obra para niños, está dirigida a adultos con ganas de divertirse, que sean capaces de recoger un concepto de absurdez como algo divertido” asegura Alfonso Moreno, y es que en esta representación los actores parecen disfrutar riéndose del público al no permitirles entender nada de lo que sucede, haciendo alusiones a “un viejo irlandés” que no llega a ser definido o abriendo la mente del espectador a la incomprensión, para finalmente acabar con un monólogo que acerca a la explicación de todo lo sucedido durante la obra, y eso es lo que también aseguran que gusta al público: sentir que a esos chirriantes personajes se les termina entendiendo y cogiendo cariño. “Una de las obras más raras que he visto, tiene un encanto único”, “la relación con el público es especial” opinan algunos de sus espectadores, los cuales fueron partícipes de la combinación de cuatro actores postrados frente a un reducido auditorio, al que se dirigen como los responsables de que personajes como Clot y Chof se mantengan con vida, creando ese ambiente de calidez y cercanía a la interpretación que solamente se hace realidad en el teatro independiente.



“Vosotros, los espectadores, al ver una obra estáis como soñando, y puede que no entendáis nada, pero sabéis que cuando finalice os despertaréis y todo seguirá como hasta entonces” resume Chof en la representación. Y es que no hay mejor manera de hacer teatro  –según África Amor, actriz que encarna a Chof– que siendo un buscavidas, pero como querer es poder, si hace falta se hacen malabares para conseguirlo.



  Reacción Química, como asociación de teatro, cumple sus dos primeros abriles este año, y sus encantadores integrantes lo celebran animando al público con ganas de ver un espectáculo diferente y surrealista a esta representación.

“El teatro para nosotros no es un hobby, sino una profesión. Y es por ello por lo que cada día nos sentimos especialmente orgullosos de nuestro trabajo”.



Defendamos un teatro desligado del lucro económico por el bien de la supervivencia de un arte robado por la gran empresa.




 ‘Clot y Chof’, todos los viernes a las 8.30 en la sala Bulubú de Madrid, una obra con la que el género independiente se hace hueco entre la muchedumbre, una obra en la que nadie pasa inadvertido, y una obra en la que el sinsentido escénico, se torna en belleza.



Álvaro Valadés.

viernes, 22 de marzo de 2013

lunes, 18 de febrero de 2013

Gala de los Goya 2013. La disputa entre el humor y la elegancia.


 

   Como cada año, la alfombra roja del cine español se expande para dar de nuevo la bienvenida a las grandes promesas cinematográficas, así como homenajear a las personalidades y proyecciones más reconocidas del año. Largos trajes, pasarela, reconocidos actores y actrices, personalidades, discursos y emociones fueron sin duda las grandes protagonistas de la noche. Y es que, si existe en España una verdadera fiesta en honor al arte audiovisual, esa es la Gala de los Goya, que fue ayer emitida por la cadena nacional: TVE y RTVE en directo.

 
   La anual tragicomedia, en la que unos ríen y otros lloran, pasa de la gran pantalla a la realidad en esta gala en la que los directores de la Academia galardonan según diversos criterios los reconocimientos más logrados del cine español. Las disputas más polémicas se rifaron principalmente entre los largometrajes “Lo Imposible”, “Blancanieves”, “El artista y la modelo” y “Grupo 7”. A pesar de ello,   2012 ha sido el año de la bella y la malvada bruja, un cuento de siempre contado como nunca, en versión flamenca, muda y monocroma; que recibió 10 estatuillas, un número, en mi opinión, muy descompensado en relación con “Lo Imposible”, que se llevó 5. Hecho que tampoco me preocupa demasiado, dado que si de prestigio se trata, “Lo Imposible” ha cosechado suficiente ¡y más!, en comparación con “Blancanieves”.


  La indignación por los temas sociales no dejaron desapercibidos a nadie este año, donde desde discursos con doble sentido hasta ataques directos al gobierno, pasando por la sutil ironía y las alusiones a los recortes, la noche se mantuvo cargada de tensión política que abrió la expectación de las respuestas de los aludidos a la mañana siguiente, con poca respuesta por su parte. Aprovechar un evento de ámbito nacional y con las repercusiones que tiene el país, como puede ser sin duda la gala de los Goya, me parece un punto acertado para dar la puntillita que los “peces gordos” necesitan para reaccionar. Hay quienes opinan que no es el lugar ni el momento idóneo para hacerlo… yo me mantengo muy detractor de esta idea, si todos compartimos una indignación y un ideal común de libertad y cooperación, cualquier momento y cualquier lugar es bueno. Y si tiene el ámbito de influencia de esta gala, mejor.

A pesar de todo ello, la gala de los Goya lleva ya varios años intentando subsanar la pesadez de los discursos a través de la intervención espontánea de monólogos y recreaciones humorísticas, algo que verdaderamente se agradece teniendo en cuenta el espectáculo-glamouroso que se pretende conseguir. A pesar de ello, parece que año tras año esta gala sigue siendo perseguida por el peso de la crítica, ¡y con mucha razón! No se puede pretender transmitir una imagen de elegancia y respeto con verdaderas meteduras de pata como la de la encargada de pronunciar el ganador del “Goya al mejor sonido”: Adriana Ugarte, quien indicó el nombre del candidato equivocado y seguidamente, tras intentar enmendar el error, hizo uso de la expresión “Lo hice aposta, ¿os ha gustado?”… No, señorita Ugarte, a la que no le va a gustar verse en la historia de las cagadas de la televisión durante décadas, es a usted.

   Reflexionando acerca del por qué de esta batalla de críticas a la gala del cine español, solo llego a una única conclusión… Los Goya no son Los Óscar… y las comparaciones no tienen cabida. Si queremos una gala propia y elegante, ¡hagámoslo! pero esa obsesión por intentar ganar audiencia a toda costa introduciendo un espectáculo musical –un tanto bochornoso y mal entonado- o un humor que, en ocasiones afortunado y en otras no, difiere del sentido que la gala de los Goya pretende reflejar: un show de profesionalidad y seriedad; esa intención contradice en cierto modo la estructura que caracteriza a la gala. O hacemos espectáculo, o hacemos una gala glamourosa, pero creo que intentar aunar ambas contando con la colaboración de tres únicos humoristas y la participación espontánea de los propios candidatos, sí, puede resultar entretenido para el público, pero no podemos pedir a cambio una maravillosa y aduladora columna por parte de los expertos, ni una comparación con la gala de los Óscar.

   En conclusión… somos españoles, también sabemos hacer un buen cine, y lo hemos demostrado. Contamos con auténticos profesionales. Si podemos hacer una gala entretenida y con el humor y el desparpajo que caracteriza a las gentes de nuestro país, ¡me parecerá una idea estupenda! pero sin pretender que el lujo y el glam alternen con ello, porque son dos mundos que, muy a mi pesar, nunca tendrán una relación “de cine".


Álvaro Valadés.



lunes, 28 de enero de 2013

Usuario online. Escribiendo...

  Suena el móvil, y antes de que podamos dar por finalizada la conversación que estábamos manteniendo, un impulso interno nos acciona el brazo automáticamente a coger el novedoso aparato, desbloquearlo, abrir la pantalla de Whats App, ver el mensaje, contestarlo, bloquearlo y guardarlo de nuevo en el bolsillo, todo ello en el escalofriante tiempo de cinco segundos y sin dejar de asentir a la pregunta que la persona con la que conversábamos nos estaba haciendo. 

Este proceso se repite constantemente en nuestra vida y a nadie parece impactarle, puesto que se ha convertido en un ejercicio rutinario y masificado. Allá donde vamos, encontraremos cabezas gachas pendientes de un mensaje del Smartphone, un e-book o una aplicación de tablet. Nos encontramos absolutamente absorbidos por una nueva era que, sin darnos cuenta, se abre paso en nuestro día a día, las tecnologías. Pero, ¿supone esto algún impedimento en nuestras vidas?

Por lo visto todos nos hemos quejado en algún momento de la cantidad de estrés que acumulamos a lo largo del día, ¿y no nos preguntamos en qué nivel afectan la inmediatez de los aparatos tecnológicos en este hecho?

Imaginemos por un momento que un día, concretamente mañana, nos despertamos sin poder disponer de ninguna de las tecnologías que implican redes de datos. Llegaríamos tarde a la universidad, al trabajo, a la reunión, porque no tendríamos un Smartphone con alarma incorporada que nos despertase a la hora prevista. No podríamos encontrarnos con nadie por el camino, dado que no tenemos Whats App para quedar a la hora y en el lugar que pactemos, ni dispondríamos de una aplicación que nos avisase del tiempo que va a tardar en llegar el autobús, por lo que deberíamos salir un tanto antes de casa. Al llegar, no podríamos administrar nuestros archivos sin la tablet, algunos ni siquiera podríamos trabajar sin ella, a la vuelta haríamos el interminable trayecto sin música ni redes sociales con las que interactuar, lo cual además nos privaría de la información diaria de actualidad del mundo que nos rodea.

Nos veríamos en la odiosa obligación de tener que mantener contacto visual con el resto de las personas del vagón, o acudir a esos anticuados medios de información a los que mi abuelo llamaba ‘periódicos’. Y, finalmente, acabaríamos el día reflexionando sobre lo enormemente solos que nos hemos encontrado, la de cosas que nos ha dado tiempo a pensar y, por supuesto, las increíbles ganas que tenemos de que al día siguiente podamos recuperar de nuevo nuestras preciadas tecnologías.

Sin duda, nuestra vida está facilitada por estas telecomunicaciones, pero debemos incurrir en las carencias a las que esta dependencia internauta nos está haciendo llegar. Carencias personales, sociales, mentales, e incluso productivas. Llegará el día que todo el mundo olvide cómo hacer una multiplicación sencilla porque con su móvil a mano nunca tendrá necesidad de recordarla. Las relaciones interpersonales dejaran de ser una prioridad, dado que la mensajería instantánea resuelve grandes situaciones comunicativas que en persona no tendrían la misma efectividad. He llegado a ver a varios sujetos situados uno al lado del otro hablando por Whats App entre ellos, sin mediar palabra… yo supongo –o espero suponer- que eso sería una mera broma puntual, de lo contrario, estoy convencido de la gravedad del asunto: las personas ya no somos personas sin aplicaciones online a nuestro alcance.

En contraposición a este hecho, se encuentran aquellos, generalmente veteranos, que no acceden al chantaje de la nueva era digital. ‘Mentes retrógradas que no aceptan el cambio’… les llamamos, aunque pensándolo bien, hemos de admitir que ellos son los verdaderos privilegiados. Ellos son los que no dependen de un dispositivo para relacionarse o de una tablet para trabajar. Ellos son los que toda su vida se ganaron el sueldo sin dejarse los ojos en pantallas de ordenador. Ellos son los que vivieron la nueva era de la información verídica, siendo únicamente censurada por los políticos, no por la propia opinión pública como pasa actualmente, donde nos venden que un Trending Topic es una noticia mundial cuando no es más que un filtro de palabras de la red sin ninguna veracidad constatada; si lo analizamos, nosotros creamos nuestra propia información y nosotros nos sentimos llenos con ella, sin más. Las noticias también cuentan con Twitter para dar sus actualidades y la prensa dedica apartados a esta “voz social”. Estamos cayendo en una espiral autodestructiva, en la que nos basta con nuestras propias creencias para sobrevivir, creemos mirar más allá a través de pantallas que conectan con todo el mundo, y en el fondo no hacemos más que girar un mismo pensamiento resumido en 140 caracteres.

Estamos siendo masoquistas, y en lugar de aprovechar las tecnologías, nos sumimos a ellas, nos vendemos a ellas. Somos por tanto, productos maquinados en las mayores empresas tecnológicas del mundo. Nos ponen una manzanita de eslogan, y nosotros la mordemos, y nos envenenamos.

Doy por tanto las gracias a esos ya mencionados veteranos que tienen la irreverencia de no dejarse manipular por el sector tecnológico. Yo, reconozco que no puedo salir de él, y que seguramente jamás lo haga tendiendo en cuenta que, encima, estudio una carrera cuyas salidas dependen de los medios comunicativos, y estos, a su vez, de las tecnologías. Por tanto, hago un llamamiento a todos, los que quieran tomarlo y los que no, porque nos encontramos en una realidad que es incorregible porque nos tiene agarrada de dónde más nos tira… el deseo por las modernidades que aún no poseemos. Somos los usuarios de una red masificada y que depende de nosotros.

Por suerte, siempre tendremos a nuestra disposición el botón de ‘Off’, para aquellos momentos en los que nos apetezca recordar lo que era vivir en un mundo sin digitalización ininterrumpida.
(Última conexión a las 19:30).

Álvaro Valadés.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Cuento de Navidad en crisis.


Esta navidad, la crisis no será un inconveniente. Solo cabe pensar en algo como esto:


Vivimos rodeados de personalidades a las que nuestras vidas aspiran a asemejar, giramos en torno a metas, a personas, a fantasías, a sueños por cumplir. Queremos, deseamos, soñamos con  esas admirables quimeras. Tan desesperado es nuestro afán por conseguir ascender en nuestro esquema jerárquico de aspiraciones, que no nos importa en absoluto olvidar la grandeza de que las cosas surjan, el placer de que algo ocurra sin forzarlo de antemano.

Cada momento de nuestra vida surge por alguien y con alguien. Por algo. No existen las casualidades, sino la ilusión de la casualidad. Todo está movido por nuestros sentimientos, y estos no siempre están claros, por ello es importante, cuando las cosas se tuercen, cerrar los ojos y llegar a entender cuáles han sido nuestras aspiraciones reales. Un despacho elegante, una familia tradicional, incluso la fama con los ideales que nos han hecho creer que son los mejores, ya nos dominan hasta nuestros sueños, cuando no es eso lo que verdaderamente soñamos.  Nos dejamos llevar por títulos vacíos y ¡estamos todos engañados!

Es por ello que yo crearía un nuevo título al que aspirar en todas y cada una de nuestras vidas. Un título que no estuviese basado en logros académicos, ni personales… que no tuviese objetivos laborales, ni económicos, ni comerciales. Un título mucho más honorífico que un master o un doctorado, y muy superior a un cheque o a un diploma.

Ese honor que concedería, es el Título de la Fuerza. Fuerza de ser, de conseguir superar dificultades, dolores y desgracias. Porque la vida no está formada de alegrías constantes, fiestas y películas americanas, y lo que menos necesita nuestra sociedad en estos tiempos es creer que conseguir cosas materiales aportará esa felicidad de la que todo el mundo habla. De este modo, las personalidades más honoríficas no serían los famosillos de turno, y en contraposición, ese niño de cabeza rapada que aguarda en el hospital, levantaría el brazo con su Título de la Fuerza en la mano y todos comprenderíamos que su vida es admirable. O el padre de familia que superó un despido improcedente, podrá crear un nuevo currículum donde reflejase su Titulo de la Fuerza. De la misma manera, el joven que sufrió bullying de niño ahora colabora en una asociación contra los malos tratos, dónde todos portan su Título.

Así, la gente más corriente, la que hoy es aplastada por los peces gordos, serían los héroes reales, los trabajadores que levantan un país en crisis, los infames que pagan la contribución que se lleva un futbolista por hacer un spot publicitario, o una mujer por acostarse con un torero. Los que sufren las humillaciones de un político que hace demagogia con sus derechos y de un líder religioso con una ciudad entera de su propiedad. Los pequeños soñadores, los artistas a tiempo parcial, los luchadores de la calle. Todos esos que han madurado a base de palos en la vida, estáis de enhorabuena, tenéis el único Título de Fuerza que no se os podrá ser nunca arrebatado: la ilusión por conseguir todo aquello que sabéis que, tarde o temprano, podréis lograr.

¡Feliz Navidad, soñadores!


Álvaro Valadés.


martes, 18 de diciembre de 2012

¿Por qué ser periodista? - Entrevista a Mercedes Milá.

  "La gente, cuándo conoce lo que estás hablando, y ve que lo que estás diciendo es cierto, te sigue creyendo " -Mercedes Milá.


  Hace unas semanas, tuve, junto con dos compañeras, la oportunidad de entrevistar a una de las presentadoras más respetadas y mediáticas de los últimos años en nuestro país. La situación de carestía económica y prestigiosa que se le avecina a los medios de comunicación puede suponer un grito de dolor tanto para sus trabajadores, como para todo el público, al que se le pretende privar de su derecho a la información. 
Para hacer un homenaje al periodista de investigación y a la legitimidad de los medios comunicativos, contamos con la  presentadora Mercedes Milá, cuyas experiencias en la televisión, concretamente en el programa que presenta: 'Diario De...', y sus reflexiones, nos consiguen acercar un poquito más a la realidad de esta profesión y a su trayectoria como periodista nata. Quedáis invitados a conocerla.

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- Buenos días, ante todo. Para romper un poco el hielo, nos decidimos a hacer una pregunta de tipo periodístico. ¿Qué es lo que nunca debería preguntarse a un entrevistado?

Mercedes Milá - No hay nada que no se pueda preguntar, todo se puede preguntar. Y así le das al entrevistado la oportunidad de decirle… “yo te pregunto todo y tú me respondes solo lo que quieras”. A no ser que hayas llegado antes a un acuerdo y te haya compensado ese acuerdo... a mí me ha pasado a veces eso.

- ¿Recuerda cómo fue su primera entrevista y con quién?

M- No... la primera vez en mi vida que hice una entrevista es imposible que me acuerde porque fue hace muchos años… lo que sí recuerdo es la primera vez que entrevisté a alguien en un plató, que fue a Johann Crol, el jugador de fútbol. Y eso sí, de ese día no me olvidaré en la vida.

- Ha sido reconocida con el premio Joan Ramón Mainat 2012 del Fes`TV’al en la cuarta edición del mismo. ¿Qué ha significado para usted este premio?

(Tras un comentario acerca de su voluntad a que se la tutee:
M- Joan Ramon Mainat era una persona a la que yo respetaba una barbaridad, que murió por desgracia, demasiado pronto, debido a un cáncer terrible, y el hecho de que te den un premio con su nombre es el máximo orgullo. Sabía mucho de televisión, era muy buena gente, no perdía jamás el tiempo, tenía muchas ideas y amaba mucho este medio. Así que ese premio fue especial para mí.

-¿Cómo empezaste en el mundo del periodismo y en especial qué interés despertó en ti el periodismo de investigación?

M-Yo empecé siendo “el último mono” de la redacción de informativos de Barcelona. Así que yo llegaba a la tele y ordenaba las mesas, cortaba el teletipo… ¡vamos! Hacía todo lo que hace… “el último mono”. Pero a partir de entonces, yo sentía que aquello cada vez me gustaba más, y por lo tanto luché para que no me echasen al terminar ese tiempo de prueba y empecé a hacer pequeños reportajes, era ayudante, ayudaba a grabar, ayudaba a montar… yo he hecho un poco de todo en la tele, porque empecé desde abajo del todo. E investigación, como tal, empecé a hacerla en Informe Semanal, luego pasé a plató, en el cual la investigación deja de ser lo mismo… hasta que cayó en mis manos el tesoro que tengo ahora, que es ‘Diario de…’

- Tú eres una presentadora polifacética, pero también bastante polémica, ¿piensas que esa actitud logra atraer más a la audiencia o a los admiradores?

M- Yo no soy de una manera ni de otra… “soy”, y punto. No hago las cosas porque atraigan más a los espectadores o no. Tengo un carácter por el cual mi madre me dice que soy una persona que no conoce los límites, y eso es muy peligroso porque a veces te trae muchos disgustos, pero también es una buena característica para televisión, porque quiere decir que no tienes miedos, y quizá eso me haya ayudado muchas veces a hacer preguntas que, si las piensas tres veces, no las haces.

- A lo largo de tu carrera profesional has trabajado en distintos formatos televisivos,  distintas cadenas, casas… e incluso en la radio. De todo lo que has vivido, ¿con qué experiencia te quedarías o cual considerarías que ha sido la más gratificante?

M-- Mira, nunca puedes, y espero que no te pase a ti jamás, contestar a esa pregunta con una respuesta concreta, porque yo no puedo decir de tantísimas experiencias, de tantos años y de la suerte que he tenido de trabajar con gente tan diferente, escoger a “este” o a “este otro”, porque en el momento en que lo estaba haciendo para mi era lo más grande, lo más bonito, y lo más interesante… cada una de esas cosas, aunque algunas acabaran mal… pero no importa, porque cuándo lo hacía estaba entregada y es eso lo más importante. Así que no estoy dispuesta a elegir… nada.

- Ya entrando un poco más en el programa ‘Diario de…’, ¿cómo surgió la idea de crearlo?

M- Yo me incorporé a ‘Diario de…’ cuando ya existía, por lo que no puedo responder a eso, ya que me incorporé por casualidad absoluta, fue como eso de… ¿sabes lo que dicen a veces de “cuando tenga que ser, será”…“algún día”… “cuando menos lo esperes”… pues así fue, casualidad. Pero este equipo ya existía.

- El lema del programa es “Tú denuncias, nosotros respondemos”, ¿qué criterio es el que utilizáis para elegir unas denuncias u otras?

M- Realmente yo soy solo una pieza más de las veinticuatro personas que formamos este programa, y aunque pueda tener mi opinión, como todos los demás, la decisión es del equipo, así que son ellos los que de todos los mails que llegan a la semana deciden qué caminos tomar, y yo, suelo estar siempre de acuerdo, porque la verdad es que es muy raro que no lo esté, y si se da el caso… lo discutimos, lo hablamos, y llegamos a ponernos de acuerdo siguiendo el camino y la traza que ellos han marcado.

- ‘Diario de…’ se basa en el trabajo en equipo de periodistas, documentalistas, reporteros, etc. ¿Hay muchos problemas para poneros de acuerdo en la organización?

M- No, porque hay muy buen rollo. Yo he trabajado en equipos muy diferentes a lo largo de mi vida… este es uno de los que se respira mejor ambiente entre compañeros. No hay enfrentamientos, no hay celos ni envidias, no hay “tú tienes un tema mejor que el mío”… no. Aquí vamos todos “focalizando” a lo mismo, que es que el programa salga bien y que la gente lo compre, lo vea, y seamos eficaces. Yo estoy contentísima de formar parte de este equipo y realmente no hay esos problemas de los que me hablabas.

- Para la realización del programa necesitáis una buena cantidad de fuentes de documentación, de todas las que utilizáis, ¿cómo os aseguráis de su veracidad?

M- Bueno, siempre hay que hacer contrastes, te tienes que asegurar de que tienen rigor, y aquí, nuestro jefe, Alberto, es muy “puñetero” en eso. A veces caen cosas porque te haces a la ilusión de “¡Ay! ¡Qué bueno es esto!” Y de repente, él dice: “Sí, pero hay que contrastar” y a la hora de hacerlo, puede ocurrir que eso no siga adelante, pero yo ya aprendí en Inglaterra que ese rigor es la base de la credibilidad. La gente, cuando conoce de lo que estás hablando, y ve que lo que estás diciendo es cierto, te sigue creyendo. Porque muchas veces os ocurre, ¿no? A veces vemos cosas en la televisión y decimos: “Pero si esto lo sé yo, si esto no es así…” Te da rabia porque a partir de ese momento ya no crees demasiado en la persona que está diciendo eso… Así que aquí se contrasta, se mira bien, se le da vueltas a las cosas, hasta que finalmente se les ofrece a los espectadores.

- Un programa de investigación como ‘Diario de…’ supone muchas veces asumir riesgos. ¿Qué tipo de riesgos son los que tenéis que asumir y cómo los lleváis a cabo?

M- Los riesgos de trabajar en periodismo y estar en la calle. Esos riesgos que los tenemos todos los que trabajamos en esto, que llega un momento en que a veces ni piensas en ellos. A veces, trabajar por la noche, trabajar con cámaras que casi no se ven…o incluso que puedan agredirte, o en algún momento ponerte en apuros… todo eso lo sabemos, y mis compañeros los cámaras lo saben… pero este es nuestro trabajo, y es así. Esos problema existen, y si el reportaje sale, salió, y eso es lo que la gente ve. Aunque de momento no hemos tenido ningún problema insalvable.

- ¿Cuál es la experiencia de ‘Diario de…’ que más te ha marcado o que más haya supuesto una gratificación personal para ti?

M- ¡Qué manía tienes con que yo escoja una sola cosa! (risas) Llevo ocho años haciendo ‘Diario de…’, no voy a escoger una sola cosa. Lo que más me importa del programa es algo que ya os he dicho antes… y es que la gente lo crea. Y que tenga la confianza de que, cuando yo diga “Tú denuncias, nosotros respondemos”, que esa gente responda: “Voy a mandar el mail a Diario de… y voy a explicar cuál es mi problema porque a lo mejor esta gente me va a poder ayudar o pueden gritar por mi.” Eso es lo que a mí me importa, y eso es lo que me llevo, así que cada vez que se ha solucionado un problema gracias a un reportaje, o hemos quitado dolor de alguien… para mí es lo más grande, lo más importante.

- Indagar en reportajes de investigación, supone obtener muchas experiencias acerca de determinados temas o hechos, tras conocerlos ¿ha cambiado tu punto de vista acerca de ellos?

M- Hombre, cuándo tú te acercas a un tema y lo profundizas puedes tener unos prejuicios que a la hora de profundizar, o de escuchar varias versiones a varias personas, en general, si eres honesto, sí cambias tu punto de vista. Pero, no te puedo poner un ejemplo concreto, aunque desde luego que sí, todo lo que sea profundizar en algo te hace cambiar el punto de vista, eso pasa en la vida en general.

- ¿Cuánto tiempo tardáis aproximadamente en terminar la investigación para la realización de un programa?

M- Depende. Todo depende del tema. Hay veces que las investigaciones abiertas duran meses; otras, duran días, y ahora que vamos a la semana depende completamente de las características del reportaje.

- Generalmente la gente te conoce como la presentadora de Gran Hermano… ¿pero piensas que el periodismo de investigación te ha ayudado a cambiar de aires?

M- Eso me sorprende a mí misma. Evidentemente soy la presentadora de Gran Hermano porque llevo ya diez años haciéndolo, o doce, o casi catorce años… yo ya no sé cuántos… (risas) pero muchísima gente me dice: “No pares, seguid con el programa ‘Diario de…’ porque aunque es un programa que se ve tarde en la noche y es un programa pequeñito la gente ya me identifica muchísimo con él, lo noto, lo noto una barbaridad. Así que, sí, yo creo que son las dos caras de una misma moneda. ‘Diario de…’ es la parte más informativa y más periodística pura, por decirlo de alguna manera, y ‘Gran Hermano’ es espectáculo, con todo lo que ello significa… así que son las dos caras de una moneda.

- Y ya dejando un poco de lado el programa ¿hay algún sueño que todavía no hayas cumplido y que quieras cumplir? Y ¿crees que hay algo que no puedes quedarte sin hacer en la televisión?

M- Hombre, no lo sé… pero he tenido tanta suerte... En todo lo que he trabajado me lo he pasado bien… bien y mal, porque hacer periodismo significa tragar muchísimos sapos, eso está claro… y hacer temas que a veces te arrancan las entrañas. Ahora mismo estamos metidos en un proceso durísimo porque la crisis nos está trayendo muchas cosas sobre la mesa que son dolorosas, donde tienes que entrevistar a gente que está en carne viva, por lo tanto es durísimo, por ejemplo, ver a alguien que acaba de tirarse por un balcón porque le han quitado su casa. Quiero decir, todo eso es duro y complicado… entonces ya no te acuerdas de los sueños, lo que haces es trabajar en lo que tienes que es la suerte de tener un programa que sigue vivo después de ocho años, yo creo que ese es el máximo sueño… hacer un programa que tiene cada vez más gente, porque hemos ido creciendo y que tiene continuidad en la cadena… tal como están las cosas, ese es el máximo sueño.

- Y en cuánto a nosotros, que nos estamos preparando para ser futuros periodistas, ¿cómo ves la situación económico-laboral en el mundo de la comunicación?

M- Vosotros estáis en primero y si yo estuviera en vuestro lugar no pensaría en la situación económica… sino que pensaría en prepararme “de putísima madre”, desde luego, me pondría a trabajar mucho en los idiomas… “a muerte”, en ser personas cultas y preparadas, con conocimientos técnicos en muchísimos aspectos de la vida profesional y ¡dejaos en este momento de pensar en lo que vais a cobrar! Porque estando en primero de carrera es lo último en lo que tenéis que pensar, luego ya vendrá la situación, pero de momento yo creo que lo que hay que hacer es formarse. Los buenos, no son muchos, ni las buenas son muchas, y por lo tanto, yo lo que observo y lo que digo al que me lo pregunta, porque no soy nadie sino, es: “Prepárate con uñas y dientes, aprende idiomas a la perfección…varios, métete en chino si hace falta, sé valiente, y el dinero vendrá después.”

- Pues hemos terminado, muchísimas gracias. Ha sido un placer, sobretodo porque estamos en primer año y poder entrevistar a alguien con tu nivel y con tanta experiencia como tú, no es nada fácil.

M- No, es que ¿sabes qué pasa? Yo no me olvido jamás de cuándo fui estudiante. Lo que costaba que te dijeran que sí, lo que costaba que te aceptaran y que te trataran con normalidad… No me olvido nunca ni de eso ni de las épocas en que no tenía trabajo y hubiera dado lo que fuera por uno, y ahora que lo tengo no me olvido jamás de dar las gracias. Primero, “muchas gracias”, luego ya veré si puedo hacerlo o no, pero primero “muchas gracias”. Es que hay que ser así, sino, no eres realista…

-Muchísimas gracias.  


Data del día 31-10-12.

Álvaro Valadés.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Ambiente nocturno. ¿Diversión o descontrol?


La noche de Halloween cada año se implanta en mayor medida en nuestro país, y en concreto la de este año, ha hecho honor a su cometido creando terroríficos espectáculos en grandes y pequeños locales distribuidos por todo el centro neurálgico de la fiesta en Madrid, entre ellos, el más exitoso ha sido la fiesta propuesta por el pabellón Madrid Arena, que contó con la asistencia de más de diez mil jóvenes de la ciudad. El descontrol pronto llevó a la saturación de la sala, conllevando esta situación al impenetrable tapón que se produjo en pocos minutos en una de sus salidas al exterior.
 
El escaso control de guardia en relación con el inmenso número de asistentes, la falta de registros de entrada de material pirotécnico y la inaccesibilidad de las salidas de emergencia tuvieron como consecuencia un hecho cuya magnitud muchos comparan con la tragedia de Alcalá 20; la muerte por arrollo de tres chicas, una de ellas, menor de edad.

La noche conlleva diversión, amistades, entretenimiento, desinhibo, alegría… ¿o por el contrario vicios, alcohol, enfrentamientos, lujuria, drogas, o incluso muertes?

Todo esto es muy moralmente cuestionable, hay quiénes piensan que son los asistentes los verdaderos culpables de estos trágicos sucesos nocturnos, y otros que el control debería ser mucho más eficaz en lugar de tan clasista como es. Hay grandes debates sobre el ambiente viciado de la noche. ¿Qué debemos pensar ante situaciones así?

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Obviando mayor información de lo acontecido, puesto que ya hemos recibido suficiente, he de destacar mi frustración ante una falta tan deleznable de criterio de selección de entrada a las discotecas y de registro de asistencia. Todavía no puedo entender como un acontecimiento de las dimensiones de la mayor fiesta de Halloween en Madrid pueden estar regidas por un puñado de incompetentes que ni siquiera contabilizan el aforo de su sala, llegando a superarlo, y lo que es peor, a mentir a los medios acerca de la cantidad de personas que había en su interior.

Me imagino la indignación, por decirlo de la manera menos fuerte posible, de la gente cercana a las tres niñas fallecidas, y ya no solo a ellas, sino a todo joven como yo que cada vez que salgamos de noche tengamos que poner nuestras vidas en peligro por culpa de una nefasta organización de eventos. ¡Cómo si encima no pagásemos suficiente por la entrada a las discotecas para cubrir un mínimo servicio de seguridad!

Situaciones como esta deberían hacernos reflexionar sobre cuál es la clase de seres viciados por el dinero de los que dependemos cada vez que salimos. La gran mayoría de las veces, las cosas como son; estamos borrachos, y si no nosotros, nuestro amigo. Somos manipulables, frágiles… estamos absortos. Es culpa nuestra decidir sobre nuestro estado de embriaguez, pero suya la de prever que lo estamos dentro de su local, con todas sus responsabilidades. Mis padres tienen derecho a saber que salgo a un sitio seguro, en el que mi vida no corre peligro, y que duerman tranquilos. ¿O entonces la solución es quedarse en casa? Yo opino que en absoluto. Las cosas están para disfrutarlas, con precaución, límites y certeza de que, en el supuesto caso de que suceda algo, las salidas de emergencia van a estar abiertas a que yo pueda salir, y no cerradas a que otros puedan entrar.


En la gran mayoría de las fiestas con mayor aforo, para información general, los organizadores de eventos suelen ser hombres cuya reputación dice mucho de ellos; llenan aforos de salas, tienen los contactos suficientes como para conseguir los mejores locales de la ciudad, y en el caso concreto del organizador del Arena Madrid en Halloween, tuvo la osadía de reabrir hace unos años la discoteca en la que murieron cientos de personas incendiadas en Madrid… y todo ¿con qué beneficio? Claramente económico. Cosa que me parece normal, siempre que con ello no se juegue con la seguridad de nadie, pero absolutamente deleznable cuando se consigue a costa de poner en peligro a tus clientes.

A todo esto debo añadir la falta de coherencia en la relación calidad-precio de cualquier discoteca de Madrid. Pagamos demasiado para recibir una, o como mucho, dos copas llenas de garrafón y Fanta, que fácilmente podría beber de la taza de mi retrete. Me resulta también indignante el permiso de acceso gratuito a las mujeres con el objetivo de atraer a un mayor número de hombres, a los cuales se les hace pagar el doble. Eso fomenta claramente el descontrol, pero ¿quién es el responsable, el organizador o la persona, sea hombre o mujer, que se deja engañar por “la ganga”? Yo reconozco que es atractivo para una mujer entrar gratis a cualquier sitio, pero debería tener en cuenta el objetivo inmoral que lleva detrás.

Somos, en definitiva, objeto de los deseos económicos de los lugares que frecuentamos. Algunos optan por no salir, otros por el botellón y otros por pagar precios disparatados por locales en los que el acceso queda vagamente restringido, y de manera equivocada se prohibe el paso a los menos pijos, como si el aspecto físico que aporta un Tommy Hilfiguer fuese a ocultar los efectos de cualquier droga o del alcohol.

Miremos más por nuestra seguridad o, al menos, no paguemos por que nos la vigilen otros que no lo van a hacer.

Álvaro Valadés.