Esta navidad, la crisis no será
un inconveniente. Solo cabe pensar en algo como esto:
Vivimos rodeados de
personalidades a las que nuestras vidas aspiran a asemejar, giramos en torno a metas,
a personas, a fantasías, a sueños por cumplir. Queremos, deseamos, soñamos
con esas admirables quimeras. Tan
desesperado es nuestro afán por conseguir ascender en nuestro esquema jerárquico
de aspiraciones, que no nos importa en absoluto olvidar la grandeza de que las
cosas surjan, el placer de que algo ocurra sin forzarlo de antemano.
Cada momento de nuestra vida
surge por alguien y con alguien. Por algo. No existen las casualidades, sino la
ilusión de la casualidad. Todo está movido por nuestros sentimientos, y estos
no siempre están claros, por ello es importante, cuando las cosas se tuercen,
cerrar los ojos y llegar a entender cuáles han sido nuestras aspiraciones
reales. Un despacho elegante, una familia tradicional, incluso la fama con los
ideales que nos han hecho creer que son los mejores, ya nos dominan hasta
nuestros sueños, cuando no es eso lo que verdaderamente soñamos. Nos dejamos llevar por títulos vacíos y ¡estamos
todos engañados!
Es por ello que yo crearía un
nuevo título al que aspirar en todas y cada una de nuestras vidas. Un título
que no estuviese basado en logros académicos, ni personales… que no tuviese
objetivos laborales, ni económicos, ni comerciales. Un título mucho más honorífico
que un master o un doctorado, y muy superior a un cheque o a un diploma.
Ese honor que concedería, es el Título de la Fuerza. Fuerza de ser, de
conseguir superar dificultades, dolores y desgracias. Porque la vida no está
formada de alegrías constantes, fiestas y películas americanas, y lo que menos
necesita nuestra sociedad en estos tiempos es creer que conseguir cosas
materiales aportará esa felicidad de la que todo el mundo habla. De este modo,
las personalidades más honoríficas no serían los famosillos de turno, y en
contraposición, ese niño de cabeza rapada que aguarda en el hospital, levantaría
el brazo con su Título de la Fuerza en la mano y todos comprenderíamos que su
vida es admirable. O el padre de familia que superó un despido improcedente,
podrá crear un nuevo currículum donde reflejase su Titulo de la Fuerza. De la
misma manera, el joven que sufrió bullying de niño ahora colabora en una
asociación contra los malos tratos, dónde todos portan su Título.
Así, la gente más corriente, la
que hoy es aplastada por los peces gordos, serían los héroes reales, los
trabajadores que levantan un país en crisis, los infames que pagan la
contribución que se lleva un futbolista por hacer un spot publicitario, o una
mujer por acostarse con un torero. Los que sufren las humillaciones de un político
que hace demagogia con sus derechos y de un líder religioso con una ciudad entera
de su propiedad. Los pequeños soñadores, los artistas a tiempo parcial, los
luchadores de la calle. Todos esos que han madurado a base de palos en la vida,
estáis de enhorabuena, tenéis el único Título de Fuerza que no se os podrá ser
nunca arrebatado: la ilusión por conseguir todo aquello que sabéis que,
tarde o temprano, podréis lograr.
¡Feliz Navidad, soñadores!
Álvaro Valadés.
Esta entrada refleja la vida misma de la gran mayoría de las personas. La forma sencilla y al mismo tiempo concisa de explicarlo con palabras me ha encantado, palabras que yo nunca llegue a expresar con tanto dominio. Dicen que las personas que más han sufrido y más experiencias han pasado son las más fuertes. Estoy fielmente convencido de ello.
ResponderEliminarPasa unas felices fiestas y continua luchando por tus metas, sin importar los obstáculos.
De un amigo que siempre te apoyará.