Cada vez que alguien aborda un debate acerca del aborto, automáticamente se pueden venir a la mente uno de dos pensamientos:
El primero, la opción defensora de la vida del bebé. Que argumenta que la falta de responsabilidad durante el acto sexual implica una consecuencia de responsabilidad mayor; la cría del niño.
Y la segunda opción, partidaria de la libertad sexual, sin que esta suponga una responsabilidad añadida que, en muchos casos, no puede ser económicamente asumida.
En raíz a estos dos difícilmente cuestionables planteamientos, parte esta reflexión:
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En mi opinión, la vida es una lotería; la mayor que pueda existir. Nadie puede elegir dónde nacer, cómo, con qué facilidades, el color de su piel, de sus ojos, su carácter, sexo, orientación, ni su suerte…
Entonces, si todos estamos de acuerdo en ello, ¿por qué cuestionamos tanto un aborto, que, a fin de cuentas, se trata de una vida más dentro de esa enorme lotería? Fácil, porque es la única de las cientos de opciones vitales que las personas sí podemos elegir. Y digo ELEGIR, porque la propia palabra debería designar la LIBERTAD que ella conlleva.
¿Por qué forzar a una pobre madre que por algún problema durante el acto –rotura de condón, por ejemplo-, no ha podido evitar un embarazo no deseado? Y más aún si tomamos en cuenta que pueda tratarse de una menor.
Puedo entender que los llamados por sí mismos –aunque me ría del apodo- “Defensores de la vida” hablen de crueldad o asesinato cuando hacen referencia al aborto… pero, ¿acaso no es más comprensible entender que la verdadera CRUELDAD es castigar a una adolescente a ser madre cuándo está completamente incapacitada para ello? Lo verdaderamente cruel es dejar nacer a un niño que no va a poder estar educado por una mujer desarrollada, con motivación, dinero y tiempo para ello.
Permitir esta aberración, supone condenar a una persona a renunciar a su LIBRE DECISIÓN de ser o no madre. Supone también perder una estudiante y posible futura mujer activa y productiva en nuestro mundo. Y no contentos con ello, también supone dar la espalda a algo que tanto trabajo ha costado a la humanidad, llamado avance científico. Me pregunto por qué. ¿De verdad creéis que salvando una vida no vais a condenar otra mucho más desarrollada y que acarreará mucho más sufrimiento? Me parece absolutamente cínico y egoísta… al menos en este concreto caso, claro que, podemos hablar de excepciones:
El hecho de que la ciencia permita las ventajas que suponen los abortos, no quiere decir que estos deban ser interpretados como un “juguete nuevo”…
Una pareja que decida no usar ningún tipo de precaución sexual con la excusa de la existencia del aborto, sabiendo que nos dará una bonita segunda oportunidad, es tan egoísta e irresponsable como quien decide traer hijos al mundo como su fueran conejos… Pero esta opción es tan criticada como poco corriente, sinceramente, todo el mundo sabe que un aborto no es plato de buen gusto. Y que llevar un niño en el vientre siempre crea una especial unión dura de quebrantar, por muy segura que esté una chica de no querer tener el niño.
Por tanto, tomamos la opción aborto-juguete como un caso aparte y poco convencional. Y partiendo de las dos visiones más comunes, me resulta muchísimo más ética y digna del siglo XXI la que considera el aborto como una opción de suma importancia. Tanto para el niño, como para la madre y el padre, aunque este último esté más olvidado en este tema.
Ese padre, en mi opinión, debería ser tomado tan en cuenta como la madre. Bien es cierto que ella carga con el dolor físico, pero el dolor psicológico es un peso cargado por ambas partes. ¿O es que acaso en el futuro ese padre va a ser menos responsable de su hijo que la madre por el hecho de que fue ella quien lo parió? Naturalmente que no.
La decisión del aborto es, por tanto, un tema debatible en el cual entran ideales políticos, éticos, personales, económicos y de todo tipo. Por todo ello, no es algo fácil de aceptar. Pero lo que siempre debe quedar claro y ser muy respetado es la LIBERTAD DE DECISIÓN de la pareja y nunca privarles de ella, que para algo es un derecho universal. Y, en mi opinión, sin importar la edad, la religión ni la presión económico-social de la posible madre… tener en cuenta no solo sus posibilidades, sino también sus deseos. Pues al final, a pesar de todo, lo único que un niño necesita realmente es amor.
Alvalpaper.
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